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Por Rolando Astarita (Blog).- Por estos días le hicieron un reportaje a Néstor Pitrola, del Partido Obrero, reproducido en Prensa Obrera (aquí). Destaco el siguiente pasaje:

Periodista: “Usted habla de una lista clasista y la capacidad movilizadora, ¿pero eso no es refractario a otros votos que no están tan ideologizados pero que están desencantados? ¿Cómo le hablan desde la izquierda a aquel que no tiene una formación marxista o trotskista?”

Pitrola: “Es que nosotros no nos referimos a una formación ideológica. Nosotros nos referenciamos en un programa que después se lleve a la práctica. Por ejemplo, el aborto legal: ¿cómo se llegó a la práctica? Mediante un gigantesco movimiento de la ola verde…”.

O sea, el periodista pregunta si el mensaje con carga ideológica (entendida la ideología como sistema de ideas) no es “pianta-votos” de “desencantados”. Pitrola explica entonces que el PO se referencia “en un programa que se lleve a la práctica”. Y a fin de que no queden dudas de lo que está diciendo, pone como ejemplo la campaña por la legalización del aborto. De manera que el objetivo lo establece en términos de resultados inmediatos, obtenibles en el marco del sistema capitalista.

Pues bien, discrepo con esta orientación. Por supuesto, no niego la importancia de luchar por reformas o mejoras. Así como tampoco critico la unidad de acción en pos de arrancar esas mejoras. Pero una campaña electoral de un partido revolucionario no puede reducirse a un programa “que se lleve a la práctica” (lo que en el marxismo se conoce como el programa mínimo). Por el contrario, la campaña electoral de un partido marxista tiene sentido si agita y hace propaganda por las ideas socialistas. Por eso debe hacer eje en las diferencias “ideológicas”, tales como el internacionalismo y contra el nacionalismo; la crítica a la explotación y a la propiedad privada del capital; la emancipación de la clase obrera, y similares.

Para bajarlo a tierra, y siguiendo con el ejemplo del aborto: la propaganda socialista debe explicar por qué hay una diferencia irreductible entre los movimientos feministas burgueses y pequeñoburgueses, por un lado, y el socialismo científico, por el otro. El primer y principal objetivo de participar en una campaña electoral es esta agitación y propaganda, no conseguir votos. Estos son bienvenidos si son la expresión y el resultado de una campaña revolucionaria, y no el producto de electoralismo, de vulgarización del programa y la estrategia socialista.

Por eso el partido marxista no puede ni debe reducir su programa a “cuestiones prácticas”. Su eje en una campaña electoral es la clarificación, su meta el avance de la conciencia de clase, así sea de una pequeña vanguardia de los trabajadores. La lucha por mejoras “prácticas” genera las condiciones para la propaganda y agitación de las ideas socialistas, pero en sí misma no lleva al socialismo. Olvidar esto en referencia a las elecciones y la actividad parlamentaria es un error, y grave, ya que borra las diferencias profundas del marxismo con el reformismo burgués y pequeñoburgués.