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Manuel Taba.- El candidato porteño a diputado nacional por el Frente de Todos usó este argumento para avalar el pago de la deuda externa.

El candidato oficialista a diputado nacional por la Ciudad, Leandro Santoro ya definió con toda claridad que sostiene el pago de la deuda externa. Dijo que no hay “correlación de fuerzas” para dejar de cumplir con los pagos al FMI y los organismos de crédito, entre otra batería de cosas que justificó bajo el mismo argumento. En la misma entrevista en Radio Con Vos, con el periodista Alejandro Bercovich, reconoció incluso que la cuestión de la deuda externa es la piedra angular de la situación política y económica del país; tanto así que casi la totalidad del debate giró en torno a este punto. Santoro utiliza un argumento para nada novedoso para atenuar que el gobierno que él mismo integra defiende los intereses capitalistas, ocultando que tampoco busca crear las condiciones para revertir la “correlación de fuerzas”.

El primer punto sobre el que el candidato habla de “correlación” en la entrevista, que lentamente fue mutando hacia un debate, fue para referirse al recule del gobierno frente a la expropiación de Vicentin. Desde esta perspectiva Santoro justificó todos los arrugues, el cumplimiento religioso con los vencimientos de deuda y, desde una óptica más general, el ajuste ya confeso que el gobierno descarga sobre la población trabajadora para cumplir el cronograma de pagos.

En ese sentido el candidato a legislador porteño por el Frente de Izquierda – Unidad, Gabriel Solano, trazó un ejemplo muy claro durante una actividad en el barrio de Boedo. Polemizando con Santoro, citó al “aporte solidario” oficialista, que fue impulsado luego de que tanto gobierno como oposición patronal se negaran a discutir el proyecto del FIT-U; un verdadero impuesto a las riquezas. Solano señaló que el mismo no se utilizó para financiar al fragmentado y privatizado sistema de salud aún en el pico de la pandemia, ni para crear un seguro al desocupado o para darle una salida a la crisis habitacional. Sino que se utilizó en gran parte (un cuarto de la recaudación) para mantener un esquema de subsidios sobre los pulpos energéticos y las petroleras, como los Paolo Rocca o los Bulgheroni.

Si el pago de la deuda externa dependiera de la “correlación de fuerzas”, exclusivamente, habría que preguntarle a Santoro qué hace él para cambiarla. Un gobierno que golpea sobre la población trabajadora deteriorando sus condiciones de vida mediante el ajuste, que avanza sobre derechos conseguidos con años de lucha (como los laborales o los previsionales), o que acude a la represión cuando esta le hace frente a los especuladores y vaciadores (¡Guernica!), cumple la función de maniatar y desmoralizar a las fuerzas necesarias para terminar con la subordinación al FMI y otras yerbas. De todas maneras lo de la “correlación de fuerzas” en Santoro es una muletilla para ocultar la clase social y los intereses para los que gobiernan.

Otra prueba cabal de ello es que Santoro argumenta un problema de restricción externa, cuando el 2021 se coronó como un año récord en materia de ingreso de divisas por la vía de las exportaciones agrarias. Las vaciadas reservas del Banco Central sobre las que Santoro se la pasa hablando en casi toda la entrevista constatan que, por un lado, el gobierno es cómplice de los principales capitalistas del país cuando fugan millones de dólares al exterior. Por eso cuando Bercovich le dice que “los dólares están, en las cajas fuertes de los ricos y en el exterior” Santoro vuelve a divagar hablando de la correlación de fuerzas.

Pero fundamentalmente, por el otro lado, lo que se corrobora es que el pago de la deuda externa es un flagrante desangramiento de la riqueza nacional. El gobierno acata los principales condicionamientos políticos del FMI e intenta acudir a un nuevo programa sobre la base de un ajuste descomunal de las condiciones de vida de los trabajadores. Aquí no hay “correlación de fuerzas”, hay un gobierno que ejerce su función para favorecer a quienes se llevan los dólares del país, exigen reformas antiobreras y el acuerdo con los organismos de crédito para seguir endeudándose. La “correlación de fuerzas” se construye, y el gobierno no quiere construirla porque no quiere dejar de pagar la deuda externa ni confrontar con el imperialismo.

En ese sentido se coloca un aspecto planteado en el debate sobre cómo se modifica esta relación de fuerzas. La movilización popular tiene un rol de enorme importancia para confrontar de manera genuina con el imperialismo y con un régimen de hambre y de saqueo. Una prueba fehaciente es cómo el gobierno de Lenin Moreno tuvo que detener el “paquetazo 833” en 2018, un decreto de reformas directamente comandadas por el FMI en Ecuador gracias a las movilizaciones y los cortes de rutas de miles (o millones) de trabajadores y campesinos. O cómo en 2017, en nuestro país, la movilización en diciembre impidió la aprobación en el Congreso Nacional de la reforma laboral que Macri, la burocracia sindical (amiga de Santoro), Manzur (entre otros) habían acordado como un paseo dos meses después del amplio triunfo de Cambiemos en las legislativas de ese año

Es precisamente esto lo que Santoro finge “descreer”. Uno de los principales propósitos del gobierno de los Fernández desde su llegada, con el operativo “hay 2019”, fue contener la irrupción independiente de los trabajadores como actor político en la crisis nacional. Ni el imperialismo, ni los capitalistas nacionales ni quienes gobiernan para estos quieren ver a los trabajadores en las calles.

Por el contrario, desde el Frente de Izquierda – Unidad rechazamos el pago de la deuda externa, planteamos nacionalizar la banca, el comercio exterior y todos los recursos estratégicos del país. En resumidas cuentas, ponerle punto final a un régimen de saqueo que nos condenó a décadas de hambre y de extranjerización de la riqueza nacional. Volcarla a la creación de empleo genuino, de un plan de viviendas, del financiamiento de la salud y la educación pública. No es un planteo para el que “no hay correlación de fuerzas”, como le dice Santoro en su discurso derrotista a un país con más del 40% de pobreza. Es un planteo que deberá ser llevado adelante por la movilización popular, de millones de trabajadores; que tienen la capacidad de crear la “correlación de fuerzas” que ni el gobierno ni la oposición patronal quieren crear.