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Casi primaveral aquel domingo 31 de marzo de 1912, cuando se realizaron las ceremonias de inauguración del palacio municipal y el hospital Mariano y Luciano De La Vega.

En efecto, poco antes del mediodía, con la participación de numeroso público, desde un palco instalado en la vereda, el intendente Emilio Francisco Gnecco, con un elocuente discurso, procedió a la inauguración de la nueva sede municipal. Enseguida, el ministro de obras públicas provincial, el doctor José Tomas Sojo también dirigió la palabra elogiando la obra realizada.

Luego se abrieron las puertas del salón municipal donde se había preparado un abundante lunch, allí el centro de las atenciones fue el intendente Gnecco, importante caudillo conservador, recibiendo numerosas felicitaciones.

Más tarde, alrededor de las 14,30 horas la concurrencia y autoridades, acompañados de una banda de música, se dirigieron a pie por las calles de tierra del pequeño pueblo de algo más de 4.500 habitantes, hasta el hospital, también para inaugurar su edificio.

En el transcurso de la ceremonia, fue el escribano Eusebio Giménez, ejecutor del testamento de los hermanos Mariano y Luciano De La Vega donantes de la obra, el primero en hacer uso de la palabra, quien hizo entrega oficial del hospital a la municipalidad al poner simbólicamente las llaves del flamante edificio en manos de Gnecco.

Precisamente fue el intendente quien lo siguió en la lista de oradores, remarcando la importancia de la obra para Moreno.

Continuó el fiscal de estado doctor Manuel Gnecco, hermano del intendente, el obispo Monseñor Gregorio Romero bendijo las instalaciones y cerró la serie de discursos el ex intendente Benito Corvalán.

No todos los pueblos de alrededor de Moreno contaban con hospital. Construido en pabellones, de acuerdo a los criterios higienistas del momento, se eligió un predio alejado del casco urbano de la época, elevado, buscando su ventilación por medio de amplios ventanales.

Fue entregado con todos los elementos necesarios para ejercer la medicina. Contaba con dos pabellones, uno para hombres y otro para mujeres, cada uno con doce camas, el de operaciones, la administración y dirección, cocina, caballerizas y depósitos, incluía mobiliario e instrumental, además recursos económicos para su funcionamiento, depositados en una cuenta bancaria.

Sin embargo, el hospital fue sometido a un importante desorden administrativo, con el nombramiento de numerosos “empleómanos”, como los denominaba la prensa local, con altos sueldos, entre ellos el ex intendente Benito Corvalán y su hijo del mismo nombre.

El doctor Joaquín Gnecco, el otro hermano del intendente, fue designado primer director del hospital.

Por su parte la sede comunal, había sido finamente decorada y amoblada, el salón principal contaba con una enorme araña y dos grandes espejos, pasó a ser conocida como el Palacio Municipal, denominación común a las construcciones municipales en la provincia, llevadas a cabo en esa época.

Por último, cabe agregar que en Moreno no se construyó ningún otro edificio público, deberían pasar 58 largos años y recién en 1970 se inauguró la sede de la desaparecida Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL).