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Por Jesica Calcagno.- Las intrigas cotidianas que miran el 2023. Alberto Fernández entre varios flancos: Sergio Massa, la CGT, los gobernadores y Cristina Fernández. El optimismo de negocios de los que ganan con el sufrimiento encuentran eco en el gobierno. El sueño de los fuertes: expresiones por abajo de una olla a presión.

La unidad que no alcanza

El presidente Alberto Fernández hizo varias apariciones públicas los últimos días, pero en ninguna ofreció respuestas a una inflación que no cede y castiga a los que menos tienen. Más concentrado en responder a la propia interna del Frente de Todos, este sábado repitió un mensaje de unidad en el acto en Chaco organizado por el gobernador Capitanich. “El día que nos dividimos, Macri fue presidente” fue la frase para los titulares de los diarios, y agregó “Nunca más deben dividirnos. En el 2023 queremos volver a darles a los argentinos la alegría de tener un Gobierno que se ocupa de ellos”. Alberto sigue soñando con un segundo mandato en la Casa Rosada, que parece escaparse de sus manos cada vez que habla de una “alegría” ya prometida, convertida en una nueva calamidad para quienes no llegan a fin de mes y mastican bronca.

El conocido recurso de apelar al “peligro de la derecha”, mientras el Frente de Todos destila impotencia a cada paso. Con un contrato electoral roto, no hay tribu de la coalición oficialista que pueda ofrecer un rumbo distinto. El acto en Chaco con el presidente, fue un mensaje para dar pasos en “institucionalizar el Frente de Todos” según reconoció el propio gobernador Capitanich. Un reclamo que está identificado con Cristina Fernández, a quien le ofreció su propia tertulia semanas atrás, que estaría pidiendo más poder de decisión en la orientación del gobierno.

Podría parecer contradictorio con la renuncia de Roberto Feletti a la Secretaría de Comercio esta semana, que aseguran que fue por pedido de la vicepresidenta. Pero no lo es en tanto que, en el mismo acto que busca diferenciarse del “albertismo”, expone su propio fracaso frente al gran drama de la inflación. Mónica Arancibia, en el panorama económico de La Izquierda Diario, señala que “Feletti también comparte junto al Gobierno el fracaso por el aumento de precios. La política de Precios Cuidados fue burlada por las grandes empresas, que realizaron maniobras y no priorizaron la producción de productos que integraban el programa”. En el área de energía e YPF, donde los alfiles de la vicepresidenta ocupan puestos importantes, avanzaron también los aumentos que suman impacto a la inflación. Este sábado se anunciaron los de tarifas de luz y gas, que detalla Randy Stagnaro en Tiempo Argentino. Es vox populi, hasta en periodistas afines al cristinismo, que hubo una decisión de “dejarlos correr”.

Hace algunas semanas atrásAxion Energy ( Pan American Energy, de Bulgheroni) y Shell, le marcaron la cancha a YPF imponiendo un nuevo aumento de combustibles del 10%. Las naftas acumulan un 30% de aumento en lo que va del año, más que la inflación promedio.

Entre los intentos de diferenciarse hay decisiones que sí se toman. Desde La Cámpora y quienes se referencian con la vicepresidenta, también sueñan con el 2023Martín Rodríguez Yebra en La Nación, repasa los pasos del ministro del interior “Wado” de Pedro, para “armar algo así como un ´Frente de Todos Menos Alberto´; una propuesta electoral de unidad peronista que se ofrezca como opción superadora al actual gobierno, del que ella ya se despegó de manera ostensible”. Los recientes encuentros que tejió el ministro de La Cámpora van desde Juan Manuel Urtubey, hasta el sindicalista Luis Barrionuevo. Emblema del menemismo, tristemente recordado por su frase “tenemos que dejar de robar por lo menos por 2 años”. Rodríguez Yebra pone sobre la mesa el doble objetivo del espacio: “La batalla no pasa solo por ganar. Si no hay liderazgo después de una eventual derrota puede ser una catástrofe para el peronismo”.

“Cristina promete que esta vez el dedo elector no se va a equivocar de nuevo” dice Fernando Rosso en Tiempo Argentino. Agrega que “un ´error´ que se repite tantas veces (y que tuvo varios nombres propios: Martín Insaurralde, Daniel Scioli, Alberto Fernández) deja de ser un error y se transforma en una tendencia: la lógica de hierro a la que conduce la astucia de la razón moderada”.

A los flancos abiertos que tiene Alberto Fernández, se sumó también el de Sergio Massa. Adoptando el método epistolar, buscó anotarse un puntito promoviendo el aumento del piso del impuesto al salario. Luego de dos cartas, finalmente Martín Guzmán acusó recibo e hicieron juntos el anuncio. Diego Genoud en La Política Online, señala que “El ida y vuelta de diferencias públicas por Ganancias coincide con otra marca de la gestión del FDT: una composición escénica que excede los resultados concretos”. Una definición bastante gráfica entre discursos y realidad. No solo sigue sin ponerse en cuestión que el salario no es ganancia. También es probable que, más temprano que tarde, vuelvan a ingresar trabajadores al universo de los que deben tributar este impuesto. Genoud agrega otra contradicción del anuncio: la profunda “paradoja” de la sociedad salarial “que tiene a 1 de cada 2 trabajadores en la informalidad”. Un universo sin derechos que viene creciendo sistemáticamente hace décadas.

Hicieron su aparición estelar en el anuncio del impuesto al salario los tres secretarios generales de la CGT: Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña. Nicolás Balinotti de La Nación asegura que su inclusión fue parte de un intento del gobierno de descomprimir un run run que recorre la central sindical: la posibilidad de un paro. No hay anunciada ninguna medida concreta de una CGT en estado de hibernación permanente. Aunque hace más de cuatro años que la inflación sube por ascensor y los salarios por escalera. Por lo pronto, el dato es que la dirigencia sindical busca dar un mensaje al presidente de que pueden soltarle la mano.

La lista de flancos que amenazan al presidente, se completa con los gobernadores peronistas. Ahí también hay malestar, por la caja de las partidas presupuestariasPablo Ibáñez en El DiarioAr señala el reclamo por los fondos desiguales “que reciben, de manera directa o indirecta, CABA y la provincia de Buenos Aires”. Especialmente apuntan al Fondo Compensador del Transporte, aunque incluyen el problema de subsidios de electricidad, gas, agua, y los reclamos salariales en sus propias provincias.

Ibáñez señala que “en el Gobierno entienden que la única posibilidad de proyección que Fernández tiene para el 2023 está en que logre el respaldo de los gobernadores”Un respaldo que hoy aparece con más contradicciones que certezas.

En Juntos por el Cambio tienen también sus sueños. En la convención de la UCR se ilusionan con uno de los propios en la fórmula presidencial (Facundo Manes o Gerardo Morales), y anotaron a Martín Lousteau para jefe de gobierno porteño. Quieren levantar cabeza luego de haber llevado al desastre al país en el 2001. Evidentemente no aprendieron, porque después se asociaron Macri para hacer otro desastre y dejar la hipoteca de la deuda con el FMI. Por su parte, Mauricio Macri muestra sus ambiciones de un gobierno que haga «shock de ajuste». Por las dudas, aclara que aprendió que «lo políticamente correcto es cagar a la gente”. Pareciera querer decirnos que está dispuesto a avanzar en su plan económico aunque no tenga el respaldo «de la gente».

Los pocos que ganan mucho

En donde el gobierno da más certezas que en cualquier otro terreno, es hacia el empresariado y poder económico más concentrado.

Esta semana anunció el «Régimen de Acceso a Divisas para Producción Incremental de Hidrocarburos», con beneficios para el sector energético. Horacio Verbitksy en El Cohete a la Luna, explica que “las empresas que aumenten su producción podrán acceder al dólar oficial que provee el Banco Central hasta no menos de un 20% del incremento en el caso del petróleo y no menos del 30% si se trata de gas, y podrán aplicar esas divisas incluso al pago de deudas con empresas vinculadas no residentes. Esos precios de transferencia son uno de los habituales mecanismos de fuga de capitales”. No por nada Paolo Rocca, líder del Grupo Techint, se hizo presente en el anuncio oficial.

Verbitsky se focaliza en la participación del Grupo Techint en los negocios hidrocarburíferos en Vaca Muerta. Uno de ellos es con el gasoducto Néstor Kirchner. Destaca la euforia de negocios que transmitió estos días el principal operador del gigante de la siderurgia (Luis Cayetano Betnaza).

Otro que mostró su euforia, fue Marcos Bulgheroni, CEO de la petrolera Panamerican Energy. En su caso, fue en Suiza, en el Foro de Davos que reúne a los empresarios, políticos y millonarios del mundo. Allí dijo que “nunca han habido tantas oportunidades de negocio como ahora con los precios de los commodities”.

Diego Genoud aporta otra cara de los grandes ganadores: “el deporte nacional de robarle reservas al Banco Central”. Se trata del sector importador a quien, según la consultora Eco GO, “en apenas dos años de la gestión Fernández, el BCRA le entregó 21,2 mil millones de dólares baratos al sector privado para pagar el endeudamiento que contrajo durante el gobierno de Macri. A eso se suma, un nivel de importaciones fabuloso, de casi 7 mil millones de dólares en marzo y abril”. Puntualiza el caso del rubro automotriz y textil en este deporte de robarle dólares al país, que encima “aumentaron los precios en 266% y 248% en dos años y medio, cuando la inflación acumulada en ese periodo fue de 162%”.

Entre los ganadores, también está el agropower. Si el “ganar con el sufrimiento” es patrimonio generalizado de la clase capitalista, su caso es paradigmático. Se trata de los alimentos, en un contexto con 17 millones de personas en la pobreza.

Alfredo Zaiat en Página 12 da cuenta de algunas de las transformaciones que han beneficiado al campo en las ultimas décadas. Extranjerización y concentración es la norma. Aunque casualmente omite datos de ese proceso entre 2003 y 2015. En ese período, se acentuó “el modelo sojero”, y apenas 10 complejos productivos explicaron más del 70% de las exportaciones. Las “herencias neoliberales” que no se tocan, se profundizan y sofistican. Como preguntó esta semana Myriam Bregman, diputada del Frente de Izquierda: “¿cuándo vamos a discutir que es obsceno que 4.000 terratenientes tengan la enorme mayoría de las tierras productivas de la argentina? ¿por qué no se nacionalizan esas tierras y se ponen a producir pensando qué y cómo se produce en forma amigable con el ambiente?”.

En el contexto de la guerra en Ucrania y la devaluación persistente del tipo de cambio que es parte del acuerdo con el FMI, la rentabilidad del campo no para y es por eso que no quieren que le toquen ni un mínimo pedacito con retenciones. Algo que desde el Frente de Todos se anuncia como posible solución, aunque ninguno de sus socios da un paso.

Para que no queden dudas, Martín Guzmán se sumó al coro de los que festejan este clima de negocios para unos pocos. Dijo que la Argentina está “frente a una grandísima oportunidad”. Se refería al sector energético, pero bien podría extenderse para el puñado de empresas de las otras áreas que enumeramos.

A propósito de entramados empresariales, estructura impositiva y grandes fortunas, es el tema del nuevo episodio del podcast “Emosido Engañado, ¿y ahora qué?”. Bautizado “Ricos y evasores: radiografía de un robo permitido”, con opiniones de Alejandro Rebossio de El DiarioAr, Leandro González del equipo que elaboró el informe “Los ricos de Argentina” de CEPA, y Lucía Ortega de La Izquierda Diario. Un aporte para pensar salidas alternativas a los problemas estructurales del capitalismo en Argentina.

El sueño de los fuertes

“La unidad entre ocupados y desocupados es fundamental para pelear por una vida donde nos podamos permitir soñar, porque pareciera que ya ni eso podemos. Acá estamos todos en la misma lucha”. Esas fueron las palabras de una integrante de la Asamblea por trabajo y vivienda de Córdoba. Junto a otras organizaciones de desocupados como el FOL hicieron un acampe este jueves y viernes en los portones de la fábrica Bagley del Grupo Arcor. La protesta tuvo un condimento especial: fue en unidad con las y los trabajadores de la propia fábrica Bagley que se sumaron a la medida y el reclamo. En la alimenticia cordobesa, fue electa hace pocos meses una nueva comisión interna independiente y opositora a la conducción de Rodolfo Daer. Reclamaron por medidas efectivas contra la inflación, a la vez que denunciaron al grupo Arcor que aumentó sus ganancias en un 142% solo en el último año. Otra de las consignas que protagonizó el acampe fue el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados y la reducción de la jornada laboral a 6 horas 5 días a la semana con salario acorde a la canasta familiar, y vivienda digna.

De Córdoba a Buenos Aires, en el SUTNA, sindicato del neumático, este viernes fue el segundo paro general. Los trabajadores reclaman por una revisión salarial y que se les paguen las horas que se trabajan los fines de semana al 200%. Las jornadas laborales se vuelven cada vez más extensas, sea por imposición de un mayor ritmo de producción de las empresas, o porque es la manera que encontraron los trabajadores para llegar a fin de mes haciendo horas extras.

Dejar la vida en el trabajo no es salud. Tampoco no poder llegar a fin. No es salud que mientras unos son obligados a trabajar más, otros ni siquiera tienen trabajo. Esa estructura de origen del capitalismo, que se apropia de los avances de la ciencia y la tecnología solo al servicio de exprimir más a la clase productora y dividirla.

De Buenos Aires a Jujuy. En las fincas de recolección de la fruta, hay otro run run. El de los cosecheros, que engrosan los números de los más precarizados y peores pagos. Los trabajadores citrícolas de una de las fincas del grupo Ledesma, decidieron en asamblea hacer un paro para plantarse contra sanciones y suspensiones de una empresa que se maneja con métodos feudales. No es la única finca que se está organizando, en otras zonas los obreros reclaman por su salario que araña los $4.000 por semana y sus condiciones laborales. Los azucareros del Ingenio Ledesma están haciendo lo propio y rechazaron el miserable aumento que propone la empresa.

Algunas expresiones de la olla a presión de la Argentina fracturada. Aspiraciones que comienzan pero no se saben si terminan. Búsquedas para tejer lazos entre ocupados y desocupados, que enseñan que esa unidad es la que puede tener la fuerza para cambiar lo que se propongan. De los que están perdiendo, y se resisten a que le roben los sueños.

De Jujuy de vuelta a Córdoba, pero de 1969. Un día como hoy, hace 53 años, la ciudad amanecía con un paro general. Comenzaban las movilizaciones, desobedeciendo la orden de la CGT oficialista. Obreros y estudiantes se adueñaron de las calles, desafiando a la dictadura de Onganía, con barricadas y enfrentamientos hasta con el ejército. La hirieron de muerte, y cayó al poco tiempo. En esas jornadas de levantamiento popular, retumbaba el canto “Luche, luche, luche, no deje de luchar por un gobierno obrero, obrero y popular”.

El Cordobazo inauguró un período de ascenso en nuestro país, lleno de combates heroicos de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Las clases dominantes tuvieron que enfrentarse por varios años a una amenaza permanente de su poder por la radicalidad de la organización, coordinación y lucha.

Rodolfo Walsh dijo que “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece, así, como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. El sueño de los que hoy pierden es, como en luchas pasadas, el sueño del bienestar y el disfrute para todos y todas. Para la interés de las mayorías, opuesto al statu quo de intereses minoritarios, y de la «pequeña política» en sus internas de poder. Un gran sueño que tendrá como condición, deshacerse de lo que sostiene a esos dueños de todas las otras cosas.