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El INADI es clausurado no por sus defectos, sino por sus virtudes. El objetivo no es tirar el agua sucia, sino tirar al niño de la bañera. La discriminación salvaje es una forma de solución final. Con el cierre del INADI, el fascista de la pos verdad, inaugura los campos de discriminación salvaje del liberalismo sicario, más conocido como libertario.

https://pelotadetrapo.org.ar/no-cierran-el-inadi-abren-la-discriminacion-salvaje/

Por Alfredo Grande

(Ape) Querido Armando: espero no citarte en vano. El que no escribe todo, no escribe nada. ¿Es posible escribir todo?  Pienso que sí. Para eso solo hace falta entrenarse en ver la realidad no en su apariencia encubridora, sino en su dimensión de analizador. Cada fragmento de la realidad es un “pago chico”, al decir de Roberto Payró. Casas más, casas menos, igualito a mi Santiago. Igualito no, pero si análogo. En ciencia y política hay más analogías que identidades.

Hay una discusión tan apasionada como inútil sobre si Milei es fascista, anarco capitalista, liberal extremo, la reencarnación del turco Menem, que también supo usar bisoñé, o un producto de laboratorio como el COVID 19 o el Danonino. A mi criterio, o al menos lo que queda de él, es el fascismo de la posverdad. Sublime éxito de la cultura represora que no ve un perro sino un cánido, y no ve un gordo, sino un excedido en masa corporal. O sea: al pan, no pan, y al vino, no vino. En su lugar: galletas de arroz y manaos.

El cierre del INADI es un analizador que pone en superficie que para el fascista de la pos verdad lo importante es la discriminación salvaje. Después de todo, si hay un capitalismo salvaje y hay un capitalismo serio ¿por qué no puede haber una discriminación salvaje y otra discriminación seria? La seria es la que garantizó Duhalde en su encíclica Laudato No:  el mercado para los ricos, el estado para los pobres. La actual versión de Laudato No es:  para los pobres, ni mercado, ni estado.

La discriminación seria es separar la paja del trigo. Para al menos intentar que no todo sea cambalache. La discriminación salvaje destruye la paja, el trigo, y deja la tierra arrasada. Por eso el INADI es clausurado no por sus defectos, sino por sus virtudes. El objetivo no es tirar el agua sucia, sino tirar al niño de la bañera. El agua será ensuciada más temprano que tarde. La discriminación salvaje es una forma de solución final. Con el cierre del INADI, el fascista de la pos verdad, inaugura los campos de discriminación salvaje del liberalismo sicario, más conocido como libertario.

La idea de “¡¡afuera!!”, incluso dicha en todo gracioso, es una forma de exterminio. El exterminio de la posverdad. Versión libertaria del “te vas, te vas y te vas”. Y como una constante de la historia, pagarán justos por pecadores. La obsesión por encontrar ñoquis en cada rincón, termina siendo una cruzada de tinte fanático desde una supuesta raza superior de los que aseguran que la libertad avanza.

Lo que está pasando con el INADI es análogo, no idéntico como ya aclaramos, a lo que está pasando con la secretaría de integración socio urbana. O el Conicet. Un movilero del programa televisivo de Tomás Méndez pregunta si están de acuerdo con el cierre del INADI en la estación Once. La mayoría no sabía qué es el INADI, lo que habla de esa grieta entre “la gente, los funcionarios y los organismos”. Caldo de cultivo de la indiferencia ciudadana ante el cierre de organismos fundamentales, como así también hubo indiferencia ante las víctimas del terrorismo de estado.

El movilero hacía hincapié en el costo anual del INADI sin distinguir, como le gusta hacer al fascismo de la posverdad, entre gasto e inversión.

La responsabilidad de la indi gestión del Frente para Todos no será olvidada, al menos por mí. Pero una infección en la pierna no autoriza amputar la pierna. (que cosa el inconciente, hace poco tuve una infección en la pierna) Pero si lo que querés es amputar la pierna, tenés el discurso justificatorio diciendo que la infección es gravísima e incurable. Sentenciás la gangrena sin el menor estudio de laboratorio.

El fascismo de la posverdad necesita convencer de que toda la sociedad está gangrenada, menos ellos y ellas que son gente de bien, Una especie de cruzada amputadora, la inversión de la lógica de la revolución francesa. La guillotina la manejan los nobles contra la plebe.

La batalla cultural de la derecha está en su punto más alto. Leyendo Página 12 encontré no una perlita, sino un absceso de pus: Damián Arabia, diputado nacional del PRO, legislador que durante el tratamiento de la malograda ley ómnibus llegó a pedirle a la población de privarse de “ciertos gustitos” para sacar adelante al país. Los ciertos gustitos son, por ejemplo, comida para mitigar, no saciar, el hambre crónica y aguda. Pero este payasito de la posverdad está en el carnaval de Venecia.

Acá vivimos, al decir de una obra de Ponferrada, en el Carnaval del Diablo. Hasta desfinanciaron los corsos y las murgas. No habrá pan y tampoco circo. Tampoco INADI, CONICET, Instituto del Cine. En una novela que leí hace más de 25 años, un personaje era una estudiante norteamericana. Mencionaba a la Argentina como el país de las desapariciones. Los alemanes fueron considerados todos nazis durante décadas. Las y los argentinos seremos vistos como los absolutos cómplices del último o el primer defensor del capitalismo salvaje.

Lo que antes fue un reproche, ahora es un elogio. Los que abrevaron en la defensa y promocionaron al capitalismo, con la fake news del progresismo y la seriedad.  Esos fueron los huevos, y ahora tendremos que intentar cortar a esta hidra de Lerna de la posverdad.

La discriminación salvaje es millones de niñas, niños, adolescentes, ancianas y ancianos en campos de exterminio a cielo abierto.  Adultos deambulando en varios colectivos desde el conurbano. Con viáticos más caros que los sueldos y los ingresos que tienen por magros trabajos. Nada de esto se solucionará cerrando organismos que fueron creados por algo y por mucho. Su funcionamiento puede y debe ser auditado. Auditar es digno y necesario, pero cerrar con euforia y denigración, es miserable.

Los Miserables, la gran novela de Víctor Hugo, tiene nuevos destinados a ocupar un lugar destacado en sus inmortales páginas.

No dejemos ninguna lucha. Estamos perdiendo la batalla cultural. Y me parece que ya entramos en la etapa de una Guerra Cultural.

Quien no cambia todo, no cambia nada.  El fascismo de la posverdad lo sabe. Razón importante para no olvidarlo.