Como es de dominio público el mundo esta atravesando una experiencia única en la historia de la humanidad: el aislamiento social como medida para minimizar una pandemia producida por un virus con una relativa tasa de contagio alta y una tasa igualmente alta de letalidad también en términos relativos.
Pero ¿cómo evaluar concretamente el impacto de lo que popularmente se ha dado en llamar «la cuarentena»? Pregunta difícil que implica imaginar escenarios hipotéticos en los que las cifras ocupan el lugar de las personas. De ningún modo se trata de caer en el pánico sino de aportar a comprender la situación en que se vive para participar del debate público que decidirá nuestro destino.
Esteban Lifschitz es investigador del Instituto de Medicina para la Seguridad Social y Evaluación Tecnológica, dependiente de la Facultad de Medicina de la UBA. Presenta un trabajo de indole estadístico para elucidar que pueden decirnos los números. El informe es de su autoría y señala que los datos y opiniones son de su responsabilidad y no del IMSSET.
Para elaborarlo tomó datos producidos por la Johns Hopkins University & Medicine el Ministerio de Salud de la Nación entre el 7 de marzo, fecha en que se produce el primer fallecido diagnosticado con covid-19 en la Argentina, y el 9 de abril fecha en la que se elabora el informe. A partir de estos datos simula escenarios en base a la cantidad de días en los que se duplicaron los fallecimientos en los 34 días considerados haciendo un corte y separandolos en dos períodos: antes y después del 27 de marzo. La fecha es considerada como el momento en que presumiblemente la cuarentena declarada una semana antes, generara un impacto que se tradujera en números estadísticos.
Primero realiza una proyección de la tasa previa al 27/3 trasladándola al periodo posterior. Pero además extiende dicha proyección en el futuro: es decir estima la proyección de la tasa SIN cuarentena hasta el 15 de mayo. Como resultado de esta proyeccción el investigador estima que habrían sido esperables 170 fallecidos al 9 de abril y, 87.000 muertes en la Argentina para el 15 de mayo de NO haberse implementado el aislamiento social obligatorio.
Luego simula otro escenario, más negativo, tomando el promedio de días necesario para la duplicación de fallecimientos registradas hasta el 9 de abril en Brasil. Ese promedio lo traslada a la Argentina. Y estima que de no haberse implementado el aislamiento social obligatorio habrían habido, hasta el 9 de abril, 363 muertes y se habrían producido para el 15 de mayo casi 1.500.000 muertes en la Argentina.
No da el autor razones por las cuales habría tasas de duplicación tan dispares en Brasil comparándolas con un hipotético escenario en la Argentina SIN cuarentena.
Luego compara estos números con el escenario existente en el que efectivamente se ha implementado el aislamiento social obligatorio y lo proyecta en el futuro al 15 de mayo.
Hasta el 9 de Abril se han producido efectivamente 71 muertes en la Argentina y según la proyección realizada por Lifschitz en las actuales condiciones CON el aislamiento social obligatorio serían esperables para el 15 de mayo entre 4.500 y casi 5.000 fallecimientos.
SIMULACIONES en Argentina | Muertes al 9 de Abril | Proyección de muertes al 15 de mayo |
1 Escenario SIN CUARENTENA | 170 | 87.000 |
2 Escenario SIN CUARENTENA y Tasas de duplicación de fallecimientos similares a las de BRASIL | 363 | 1.500.000 |
3 Escenario CON CUARENTENA (el que se esta implementando) | 71 | 5.000 |
Concluye que se habrían evitado 100 fallecimientos al 9 de abril y al menos 82.000 muertes para el 15 del mes próximo.
Al final de su informe Lifschitz interroga a otra serie de datos estadísticos. Se trata de las camas de terapia intensiva disponibles en el sistema de salud argentino para hacer frente al pico de pacientes graves que se producirá en las próximas semanas y lo compara con la respuesta ante el pico mayor que se habría producido de no haberse implementado el aislamiento social.
Lifschitz afirma que el mayor cuello de botella del sistema de salud para dar respuesta a esta pandemia es la disponibilidad de camas de terapia intensiva. Es decir que en un escenario (que no es el actual en la Argentina) de desborde del sistema de salud se producirían más muertes que podrían ser evitadas de ser tratadas correctamente. Pero ante la hipotética imposibilidad de dar atención en terapia intensiva por falta de disponibilidad de camas de este tipo y con el equipamiento acorde se producirían más fallecimientos que los presentados en las simulaciones.
La pregunta que se formula es, entonces, la oferta de camas de cuidados intensivos del sistema de salud ¿llegaría al punto de saturación?, y si es así ¿en qué medida para cada uno de los tres escenarios propuestos?
Se ha buscado por parte del Ministerio de Salud de la Nación la optimización del uso de las camas disponibles que en general estan ocupadas entre un 80 y un 90 % para otras afecciones para liberar hasta en un 50 % para el tratarmiento del covid-19 en forma exclusiva.
Para hacer el cálculo Lipschit considera una tasa de letalidad del 2%, es decir que calcula que cada día morirían 2% de los infectados en relación a los nuevos casos registrados. Considera además que de los nuevos casos registrados 5% requerirían cuidados intensivos. Es decir que la saturación de las camas de unidad de cuidados intensivos aumentaría inexorablemente ese 2%.
Para el escenario 1 de NO haberse implementado el aislamiento social el investigador estima que la saturación se habría alcanzado el próximo 26 de abril. El déficit de camas de cuidados intensivos habría alcanzado para el 15 de mayo a 126.000 camas. Es decir 126.000 pacientes con serio riesgo de vida que quedarían sin la atención debida y que habrían aumentado los 87.000 fallecimientos.
Tomando las estadísticas producidas en España hasta el momento que afirman que cada cama deficitaria genera un aumento del 0,3% en la tasa de letalidad, el investigador estima que por el deficit de camas de terapia intensiva se habrían producido para el 15 de mayo 38.000 muertes más en la Argentina de NO haberse implementado el aislamiento social obligatorio.
Lipchitz concluye que «los escenarios presentados en este informe permiten estimar que la cuarentena ha colaborado, como actor principal, en evitar casi 120.000 muertes desde su instalación y hasta mediados de mayo. 82.000 de esas muertes se evitaron en forma directa por el aplanamiento de la curva y las restantes 38.000, a consecuencia de haber evitado saturar antes de tiempo la respuesta del sistema de salud.»
En sus conclusiones Lipchtiz hace una analogía futbolera que para quienes sean aficionados puede ser de utilidad: «Resultaría imposible aseverar con certeza cómo hubiera terminado la famosa jugada del “era por abajo, Palacio” en la final del Mundial de 2014 en Brasil, porque además de la eventual resolución del delantero argentino, otros factores podrían haber evitado el gol como la reacción del arquero alemán Neuer o el cierre del defensor que acompañaba la jugada. Pero, aunque contrafactual, sería más fácil asegurar que de no haber mediado la increíble estirada del arquero inglés Gordon Banks, seguramente Pelé hubiera festejado en aquel recordado partido en México 1970. Ya que lo único que se podía interponer entre la pelota y la red era justamente la mano del arquero en ese preciso momento.Si bien la mortalidad por Covid-19 está condicionada por múltiples factores, la cuarentena se parece bastante a la atajada de Gordon Banks.»
Lo importante de esto que escribe Lipschfitz es que la cuarentena aporta a minimizar los efectos del Covid-19 de manera decisiva y eso es a lo que se aboca el informe, pero , como afirma el investigador, no hay que olvidar que la mortalidad está condicionada por múltiples factores .
Este informe «Efecto de la Cuarentena – ¿Qué hubiera pasado sin cuarentena?» aporta a dimensionar las medidas de aislamiento social de manera focalizada. No sopesa las consecuencias negativas en la defensa inmunológica de las personas por efecto del encierro, ni por el deterioro alimentario en grandes sectores de la población socialmente excluída, ni en las deficientes condiciones de vida que se agravan drásticamente como consecuencia directa de las medidas de aislamiento social, ni las afecciones previamente existentes que hace más vulnerable a la población en condiciones de exclusión estructural. Sopesar ese impacto excede el análisis de los números estadísticos disponibles y sería materia de otro informe, que por supuesto no es exigible a Lipsicht cuyo aporte es importante, pero que sin embargo no debe invisibilizar otros factores ni efectos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de reflexionar acerca de las medidas de ingeniería social para afrontar la pandemia actual.
Compartimos el informe completo
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