Espacio Publicitario

publicidad
publicidad
publicidad

Por Pablo Heller –

Transcurridos 30 días, la cifra de muertos ya supera los 10.300, de los cuales más de 5.000 son niños. Estamos en presencia de una masacre de características devastadoras. Se produjeron 11.000 ataques aéreos. Para comparar, esa cifra supone nueve veces más que los que Rusia realizó en Ucrania durante el primer mes de la invasión.

El número tan elevado de fallecidos en Gaza se explica, en parte, por el territorio que está siendo atacado: en la Franja viven 2,2 millones de personas en un área de 365 kilómetros cuadrados. Eso implica que en un kilómetro cuadrado de la Franja viven 11 veces más que en Ucrania en un territorio del mismo tamaño. Tampoco tiene precedentes el número de niños que han sido víctimas de los bombardeos israelíes. En Gaza, casi uno de cada dos habitantes tiene menos de 18 años.

Según datos de las Naciones Unidas, cerca del 45% de los edificios residenciales de Gaza está afectado por las bombas. En los primeros cuatro meses de invasión de Ucrania, el Banco Mundial calculó que se habían dañado cerca de un 4% edificios con uso residencial de todos los del país.

El bloqueo terrestre y marítimo llevó al enclave a una situación humanitaria catastrófica. Netanyahu ratificó que no permitirá el ingreso de una gota de combustibles.

Mientras se ejecuta este verdadero genocidio, las tropas sionistas ya estarían en el corazón de la ciudad de Gaza luego de completar el cerco sobre la misma y proceder a fracturar la Franja en dos zonas, una en el norte y otra en el sur. Más de 1.200.000 habitantes del norte de Gaza se han visto obligados a abandonar sus hogares y dirigirse hacia el sur en una de las emigraciones contemporáneas forzadas más grandes en tan breve lapso. Por medio de este operativo, la ciudad de Gaza está quedando reducida a un montón de escombros. La infantería israelí avanza junto a los bulldozers (topadoras) que van demoliendo viviendas y edificios previamente bombardeados por la aviación sionista. Esta política de “tierra arrasada” es funcional a facilitar el avance israelí en los centros urbanos donde la resistencia palestina concentra su mayor capacidad de fuego y donde se complica más el accionar de las fuerzas armadas sionistas. No se conoce aún cómo ha afectado el avance israelí a la estructura militar de Hamas, pero las imágenes y comentarios que circulan por las redes sociales revelan a combatientes palestinos saliendo a la superficie de la profusa red de túneles que tiene el enclave para atacar objetivos israelíes y retornar al laberinto. La agencia de noticias Quds, ligada a Hamas, ha informado a través de su canal de Telegram de la destrucción de 17 tanques en los combates del 8 de noviembre, producto de ataques con los misiles antitanque de los que dispone la milicia. Tel Aviv, por su parte, reconoce la muerte de unos 24 soldados y más de 200 heridos, cifras que según fuentes palestinas serían muy inferiores a las reales.

El papel del imperialismo

La Casa Blanca ha rechazado los pedidos de alto el fuego efectuado en el marco de las Naciones Unidas y se ha limitado a solicitar a Tel Aviv una “pausa humanitaria”. El gobierno israelí habría finalmente accedido a dicha solicitud, pero está empeñado en no detener su ofensiva hasta un aplastamiento histórico de la resistencia palestina.

Entre tanto, Washington ha brindado un apoyo crucial a los ataques israelíes, entre los cuales se encuentra el suministro de más de mil bombas inteligentes. Asimismo, está pendiente un auxilio militar por 14.300 millones de dólares para Israel.

En este contexto no tienen ningún asidero los comentarios sobre un supuesto viraje estadounidense. El gobierno de Biden viene cerrando filas con Israel y dándole un guiño para dejarlo hacer y seguir adelante con esta masacre.

Un aspecto central de este sostén es el despliegue militar de Estados Unidos en la región con la presencia de dos portaviones en el Mediterráneo, a lo cual ahora se ha agregado un submarino nuclear. La presencia norteamericana cumple, por sobre todo, un rol amenazante y disuasivo contra una intervención de terceros países o fuerzas políticas en el conflicto. La Casa Blanca mueve sus fichas preventivamente contra cualquier posible regionalización. Al mismo tiempo que muestra los dientes, está empeñado en febriles tratativas con las naciones árabes. El acercamiento de varias de ellas y la normalización de relaciones con Israel han quedado congelados desde el estallido del conflicto el 7 de octubre, pero Washington necesita de su concurso en la búsqueda de una salida para Gaza y Cisjordania el día después. Hay una extrema preocupación sobre cómo gobernar Gaza. Está presente en la memoria la fallida ocupación de Irak y Afganistán, de donde Estados Unidos tuvo que retirarse en forma ignominiosa.

Salidas en danza

Netanyahu acaba de declarar que Israel se quedaría en Gaza por “tiempo indefinido”. El presidente palestino Mahmud Abbas, por su parte, dijo que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) estaba lista para asumir el control de Gaza como parte de una solución política integral que incluya la creación de un Estado palestino en Cisjordania, Gaza y Jerusalén este. “Las declaraciones llegaron en medio de especulaciones sobre quién controlará Gaza en el futuro y de temores a un vacío de poder” (Ámbito Financiero, 7/11). La ANP no tiene ninguna autoridad real en Gaza desde 2007, cuando Hamas la echó de allí tras letales enfrentamientos.

Paralelamente, Blinken, el secretario de Estado norteamericano, volvió a reflotar la idea de los dos Estados, aunque ha quedado probado su inviabilidad por la propia naturaleza de la colonización sionista y más ahora con el estallido del actual conflicto. No solo Gaza sino todos los territorios ocupados se han convertido en un hervidero. En estos días, las bandas de colonos armados acentúan sus ataques criminales contra las aldeas palestinas en Cisjordania. Ya hay más de medio millón de colonos en este territorio. En Cisjordania, incluida la Jerusalén ocupada, las viviendas son confiscadas y reasignadas únicamente en función de la raza. Asimismo, ha tenido lugar la detención de Ahed Tamimi, activista palestina que adquirió fama mundial cuando se hizo viral un video abofeteando a un soldado israelí. Se está acumulando el combustible para una nueva intifada en Cisjordania, donde la ANP, que viene colaborando con el Estado sionista, está seriamente desacreditada.

En este marco, han salido al ruedo otras salidas para Gaza como la de una suerte de transición bajo la tutela común de naciones árabes de la región o incluso de una fuerza multinacional apadrinada por las Naciones Unidas, aunque toda esta ingeniería está todavía en el aire.

Lo cierto es que los Estados árabes vienen siendo muy cautelosos y han dado señales claras de que no se van a involucrar en el conflicto. Hezbollah, a su turno, por boca de su máximo dirigente Hasan Nasrallah, sostuvo que del 7 de octubre fue “100% palestino”, desestimando una participación de su milicia, aunque dejó picando la perspectiva de una regionalización al plantear que “hay una posibilidad realista” de una “guerra amplia” y “es algo que debe ser tenido en cuenta por el enemigo” (Israel y Estados Unidos). En la actualidad, de todos modos, la tensión en las fronteras entre Israel y el Líbano está escalando con enfrentamientos, aunque todavía de baja intensidad. La excepción por ahora es Yemen, con el lanzamiento de misiles desde sus territorios contra Israel por parte de las milicias hutíes, que han declarado la guerra al régimen sionista. Estados Unidos viene soportando ataques con asiduidad de sus bases en Irak y Siria.

Movilización internacional

El factor más dinámico y alentador, porque es de donde proviene el principal apoyo a la heroica lucha, reside en la ola ascendente de movilizaciones en todo el mundo. Algunas han alcanzado un carácter multitudinario, como la de Yakarta, Indonesia, que sumó a un millón de personas. En Washington ha tenido lugar una de las manifestaciones más numerosas de las últimas décadas: 100.000 personas marcharon en apoyo al pueblo palestino. Lo mismo se reproduce en todos los continentes. Medio Oriente está conmovido y surcado por manifestaciones que contrastan con la pasividad de sus gobiernos y, en los hechos, cuestionan la política cómplice de los regímenes árabes.

Lo que amerita una especial atención es la entrada en acción de la clase obrera de algunos países. En Bélgica y en Kent, Inglaterra, los trabajadores han impedido el cargamento de armamento dirigido a Israel. Esto se ve complementado con acciones de manifestantes en diferentes puertos como Cape Orlando y, más recientemente, Oakland, California, y en Tacoma, Washington.

Un párrafo especial lo merecen los dos candidatos del balotaje en Argentina, que están en una competencia para exhibirse como aliados del sionismo y el imperialismo. Massa volvió a ratificar que una de sus primeras medidas será declarar a Hamas como organización terrorista. Milei, a su turno, ha sido el promotor de una sesión especial del Congreso para respaldar la ofensiva israelí. Esto refuerza la postura que ha votado el Partido Obrero: no apoyamos ni votamos a Massa ni a Milei, que respaldan el genocidio del pueblo palestino. Esta conducta es un llamado de atención para el pueblo argentino pues pone de relieve hasta qué punto ambos candidatos están dispuestos a llegar en caso de una resistencia y acción popular en nuestro propio país.

Llamamos a redoblar la movilización nacional e internacional. Cese de los bombardeos y retiro de Gaza de las tropas israelíes. Abajo el Estado genocida sionista. Por una Palestina unida, laica y socialista en el marco de la unidad socialista del Medio Oriente.

Reclamamos al Estado argentino la ruptura de relaciones con Israel y enarbolar los reclamos de alto al fuego y del intercambio de rehenes, liberando a los 5.000 presos palestinos.