(ANRed) Hoy 20 de junio se cumplen 25 años del «Cutralcazo”, la gesta heroica de los pueblos neuquinos de Cultral có, Plaza Huincul, y alrededores. La pueblada que permitió visualizar a los millones de desocupados que expulsaba el sistema y cuyo método les dio identidad. Nacía un camino de lucha, aparecía en la escena nacional el movimiento piquetero.
A mediados de los noventa era irreversible el desguace de los bienes estatales, la desocupación estructural que generaba la privatizaciones eran las indicaciones del cambio de modelo productivo que golpeaba fuerte en los índices de desempleo de todo el país, pero fundamentalmente en los pueblos petroleros dependientes de la privatizada YPF. Este contexto fue el que propicio que se gestaran una serie de rebeliones en diferentes pueblos del interior, a lo largo y a lo ancho del país. Pero sin duda el primer epicentro de rebeldía fue la provincia de Neuquén.
Fue en el año 1994 que se realizó el primer corte de ruta en Neuquén que comenzó con una asamblea popular de trabajadores de la construcción, que luego derivó en una huelga general de toda la localidad de Senillosa. Era así como comenzaba a vislumbrarse la llegaba del los «Cultralcazos”.
Ejemplo de ello fueron las primeras «comisiones de asambleas de desocupados” en San Martin de los Andes, en las cuales los trabajadores se organizaron influidos por sus experiencias sindicales, realizando cortes de ruta, ollas populares, mandatos revocables, entre otros. Los trabajadores desocupados provenían del rubro de la construcción, que con sus acciones directas marcaban una diferencia a las prácticas llevadas a cabo por el sindicalismo burocrático empresarial, que dominaba por la década del noventa.
La organización de desocupados fue creciendo en la capital provincial. En los pueblos del interior de la provincia se realizaron movilizaciones y tomas de edificios gubernamentales. A raíz de todas estas luchas, se fue configurando la presión necesaria para que el gobierno de Sobisch sancionara la Ley «2128”, la cual otorgaba el primer subsidio de 200 pesos por jefe de familia desocupada.
Sin embargo, el 21 de junio del 1996 el movimiento de desocupados ya se estaba desarrollando en diferentes puntos del país, pero es en el «Cultralcazo” su bautismo de fuego en la escena nacional. La clase obrera desocupada se lanzaba a bloquear la ruta nacional 22, pobladores del Cutral có y Plaza Huincul se manifestaban en la ruta tras años de desamparo.
El piquete, herramienta histórica de la clase obrera, se desplazaba en su uso, de la puerta en la fábrica a la ruta. Ya no se impedía el ingreso a la fábrica para garantizar la huelga y evitar las contra-medidas del patrón sino que en las condiciones de un capitalismo argentino en pleno cambio estructural, las vías de comunicación (rutas) cobraban centralidad estratégica para el movimiento obrero desocupado. Los piquetes no buscaban parar la producción, la nueva acción buscaba pedir trabajo. Y estos piquetes no se ubican en la producción de riquezas, las fabricas, sino que se manifiestan donde circula esta riqueza, en las rutas, cerca de los poblados.
Los habitantes de Cultral có y Plaza Huincul sufrían un 30% de desocupación, los subsidios no alcanzaban y 1500 familias se les habían cortado el suministro eléctrico y de gas por falta de pago. Esta situación condujo a que alrededor de las 17hs una radio local anunciara que el gobernador Sapag derogaba el acuerdo de la construcción de una planta de fertilizantes que emplearía a los habitantes de ambas ciudades. La noticia terminaba con la última esperanza de una larga lista de promesas de los políticos, el desazón que estalló en rebeldía dio comienzo a la mítica pueblada del «Cutralcazo”.
Los habitantes comenzaron a convocarse en la ruta 22, todo el pueblo colaboró con el armado del primer piquete. Por otro lado también los trabajadores/as se venían reuniendo en asambleas y ese mismo día habían convocado a una marcha provincial votada en un «congreso de desocupados. La radio funcionó como una herramienta de coordinación de lo necesario, en pocas horas los trabajadores ya habían organizado el bloqueo de la ruta nacional que los unía a la ciudad de Zapala y a Neuquén capital.
Las trabajadoras/es y sus familias comenzaron a poblar las rutas, en un acontecimiento que se prolongará por seis días y verá desplegar a las fuerzas de seguridad que cargarán una y otra vez contra la población. Los «fogones”, los piquetes, la lucha en las rutas, frustraron todo intento de desalojo.
Los días 21 y 22, los pobladores de pueblos cercanos continuaron reforzando los piquetes ya que padecían las mismas necesidades, las gomerias donaban viejas cubiertas para reforzar el bloqueo, los que podían colaboraban en comestibles. Mientras tanto los camiones se acumularon al costado de la ruta; y así fue como se comenzó a sentir el desabastecimiento de combustible. Los trabajadores multiplicaron los piquetes a otras rutas y «picadas” cercanas que utilizaba la empresa petrolera.
Fragmentos de Sebastián Hacher sobre el «Cutralcazo”:
«El 26 de junio de 1996 todo se volvió real: llegaron 400 gendarmes con órdenes de despejar la ruta. Mientras avanzaban por el desierto, parecían extras de una película de marcianos de la década del 70, rodeados de niebla y con las máscaras anti-gas que les cubrían el rostro. En el pueblo sonaron sirenas para dar la alarma, y todo el mundo salió a la calle: en los alrededores del corte se autoconvocó una movilización de 20 mil personas, casi la mitad de los habitantes de Cutral Có y Plaza Huincul. Los cinco kilómetros que separaban al primer piquete de la masa de manifestantes fueron tapizados con piedras, troncos, chatarra y todo lo que parecía útil para entorpecer el paso.” (1)
(…)
«En los enfrentamientos del piquete uno, el viento jugó del lado de los piqueteros: el agua de los hidrantes y los gases lacrimógenos se volvió contra los gendarmes, que no encontraban cómo avanzar. Entonces arremetieron con tanquetas, y el piquete retrocedió sin dejar de disputar cada metro. Hubo pequeños incendios, actos de heroísmo y de locura colectiva, pero los gendarmes avanzaron. Empujaron a los piqueteros hasta la orilla del pueblo y allí los dejaron mientras la jueza decidía qué hacer.” (2)
La llegada de la gendarmería nacional no dio abasto para apagar la protesta, en ese momento fue cuando la jueza Margarita Gudiño de Argüelles que encabezaba la medida de desalojo, se declaró incompetente y ordenó retirar las fuerzas que reprimían.La resistencia de los pobladores de toda la zona logró doblegar al poder político. El propio Sapag, obligado por la urgencia, debió acudir a «negociar” con los manifestantes.
«La jueza federal Margarita de Argüelles venía detrás de la tropa. Se subió al techo de una tanqueta y desde allí comprobó que la mitad del pueblo estaba en la calle. Trató de encontrarle una explicación en términos judiciales, pero no había. Sólo pudo declararse incompetente y ordenar el retiro de las tropas. Era una victoria popular, que luego el poder intentaría borrar con subsidios para desempleados y promesas vanas que no se tardarían en olvidar.” (3)
El triunfo se hizo sentir en concesiones, se reconectaba la luz y el gas a los damnificados, se otorgaron nuevos subsidios a desempleados, se comprometían a realizar obras entre ellas un hospital, se logró la promesa de que el yacimiento de gas El Mangrullo fuera explotado por el Estado en beneficio de las dos ciudades (Cutral có y Plaza Huincul). Y aunque se garantizó no perseguir penalmente a nadie, esto fue incumplido ya que luego se desató una persecución y detención de referentes piqueteros.
El Cultralcazo no estaba aislado había sido acompañado por un paro y cortes de puentes que unían a la provincia con Rio Negro, a su vez la noticia había inspirado a otros pueblos a cortar rutas (Chos Malal, Senillosa, Plottier).
El incumplimiento de las promesas del primer Cutralcazo desatará una segunda pueblada, el «segundo Cutralcazo” que incluirá huelgas y bloqueos de rutas, que al cabo de tres días de lucha la gendarmería logrará hacer retroceder a las piqueteras/os que se refugiaban en la ciudad. La gendarmería irrumpiría en las calles desatando una feroz represión que incluyó disparos de armas de fuego que terminó con la vida de la empleada domestica de 24 años Teresa Rodríguez.
La respuesta a la violencia institucional fue una total rebelión del pueblo que salió a enfrentarse a las fuerzas de seguridad, miles de manifestantes obligaron a huir a los uniformados. El pueblo gobernaba, se instalaron barricadas y se organizaban vigilancias, las decisiones comenzaron a tomarse mediante asambleas populares. Los desocupados iniciaban un camino de lucha contra el régimen que los hambreaba y arruinaba un país.
Citas:
1. Hacher Sebastián. «Diez años del comienzo del movimiento piquetero”. Rebelión. (2006)
2. Idem.
3. Idem.
Bibliografía:
Oviedo Luis. Una historia del movimiento piquetero. Editorial Rumbos. Bs. AS. (2004)
Pacheco Mariano. Cuadernos de la fisyp n°11. Bs. AS. (2004).
Kohan Anibal. A las calles! Una historia del movimiento piquetero y cacerolero. Colihue (2002)
Hacher Sebastián. «Diez años del comienzo del movimiento piquetero”. Rebelión. (2006)
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