El 16 de septiembre de 1976, la dictadura cívico-militar secuestró en La Plata a jóvenes que habían conquistado el boleto estudiantil. Hace 11 años, La Izquierda Diario hacíamos nuestra primera aparición pública. Elegimos que coincidiera con la conmemoración de La Noche de los Lápices. Con este gesto, buscamos homenajear a los jóvenes desaparecidos por la última dictadura cívico-militar-eclesiástica, denunciar una vez más sus crímenes genocidas y reafirmar nuestra lucha por juicio y castigo para todos los culpables. A continuación, compartimos algunas de nuestras publicaciones de estos once años.
El 16 de septiembre de 2014, Daniel Satur y Celina Tidoni, entrevistaron a Nilda Eloy, sobreviviente y ex detenida-desaparecida, quien en este diálogo profundizó el significado y las consecuencias de «La Noche de los Lápices», yendo más allá del relato popular conocido.
Nilda Eloy: «Costó muchos años difundir una historia distinta de la oficial»
Reproducimos alguno de los pasajes de la entrevista: Eloy aclara que la represión contra el movimiento estudiantil secundario se extendió desde agosto hasta octubre de 1976 y ocurrió en todo el país, no solo en La Plata. El objetivo era «liquidar la militancia» del sector. Crítica al relato oficial y cinematográfico: Señala que la película «La Noche de los Lápices» (1986) ficcionó la historia y la enmarcó en la «teoría de los dos demonios». Redujo a los estudiantes a «pobres víctimas» que peleaban solo por el boleto estudiantil, cuando en realidad eran activistas políticos organizados que luchaban por transformaciones sociales. La represión buscó «infundir terror» y «romper la militancia». Hubo más sobrevivientes: Destaca que, contrario a la creencia popular de que Pablo Díaz fue el único sobreviviente, hubo varios más, como Emilce Moler, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y ella misma. Centrarse en un solo testimonio implica «desaparecer nuevamente» a los otros.
Su secuestro y cautiverio: Relata su allanamiento el 1° de octubre de 1976 y describe su desaparición de 11 meses como un «Turismo Camps» por seis centros clandestinos de detención (menciona La Cacha, Quilmes, Arana, Pozo de Banfield, El Vesubio y El Infierno) antes de ser «blanqueada» y llevada a la cárcel de Devoto por casi dos años.
El sentido de sobrevivir: Explica que los sobrevivientes fueron usados como «piezas útiles» para esparcir el terror con sus relatos. Romper el «mandato de silencio» y transformar ese horror en una denuncia judicial de los crímenes les llevó años (a ella, casi 20).
El objetivo debe ser pasar de ser una «pobre víctima» a un denunciante con entereza para buscar justicia. Mensaje a las nuevas generaciones: Su reflexión final es un llamado a la acción y la organización. Alienta a los jóvenes a militar, a cuestionar, a hablar y a no ser borregos. Les pide que lo hagan con preparación, lectura y convicción, fomentando la discusión y el disenso dentro del campo popular, sin estigmatizar al otro.
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