Al mal tiempo siempre las manos laboriosas ofrecen el plato de comida, tal vez el único del día. Son las mujeres que trabajan en la Capilla Santo Cura Brochero, estructura humana que en la calle Calixto Oyuela 3225, barrio Unión, Cuartel V.
Asistencia alimentaria que desde hace años no se suspende. El ritual de preparar el menú diario las tienen como artífices de lo posible, protagonistas y testigos del pesar social, del hambre y sus consecuencias.
Cocinan de lunes a viernes para 300 familias porque el «presupuesto que administran permite llegar hasta ahí». Antes de las 11:30 se coloca una mesita cerca de la puerta donde sale el menú. La fila toma forma y comienza la distribución. El hambre golpea la puerta y un rostro humano devuelve algo más que un alimento básico.
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