¿De qué modo se analizan y confrontan los datos y posicionamientos en torno a la salud pública y las políticas implementadas por el coronavirus? ¿En qué medida el concepto de «teoría conspirativa» determina las condiciones del debate público? Se analiza aquí la instrumentación de la expresión «teorías conspirativas» como herramienta para neutralizar todo discurso que se oponga al dominante. Rastrea sus orígenes e intenta proponer coordenadas que fortalezcan un debate racional. Carsten Forberger es abogado y periodista, y ha publicado artículos en las revistas alemana ‘Rubikon’ y ‘Multipolar’. Segunda entrega de las 5 que constituyen el informe. Por Casten Forberger / Fuente: Multipolar –
PARTE 2
¿Por qué la «conspiración» como paréntesis?
La técnica de «paréntesis» explica cómo las acusaciónes de racismo y pseudociencia se adhieren a declaraciones fácticas sobre eventos concretos. Sin embargo, no está claro por qué el término «teoría conspirativa» terminó utilizándose como técnica de «paréntesis». ¿Por qué no se llama «pseudociencia» cuando se trata de estigmatizar declaraciones críticas sobre el 11 de septiembre? ¿O por qué el examen fáctico de los argumentos de quienes creen que las medidas de protección del coronavirus no se basan en datos con base científica y que además van más allá del objetivo en términos constitucionales no se bloquea con la acusación de «teoría del racismo»?
O para decirlo de otra manera: ¿qué relación hay entre aquello de lo que se estaría acusando al teórico conspirativo con la palabra «conspiración»? ¿Quién, por ejemplo, se supone que ha conspirado entorno a la cuestión de la afirmación de que la tierra es plana? La tierra es y sigue siendo esférica, sin importar cuántas personas se unan y afirmen que es plana. ¿Y cuál es exactamente la conspiración cuando se señala que el WTC 7 (una de las torres del World Trade Center destruida el 11/9/01) cayó en un período de tiempo de 2.25 segundos, es decir, con una aceleración de 9.81 m / s², a partir de lo cual se concluye que esto solo puede explicarse por la destrucción deliberada del edificio? ¿Y cuál es la razón de la conspiración si alguien se da cuenta de que la persona privada Bill Gates no tiene legitimadad democrática para vacunar a 7 mil millones de personas?
El término «conspiración», por lo tanto, esconde un significado mucho más profundo, al que me gustaría llegar a continuación.
Karl Popper y la teoría de la conspiración
Desde una perspectiva europea (occidental), el relato sobre la historia de las teorías conspirativas comienza principalmente con el filósofo Karl Popper. En su trabajo «La sociedad abierta y sus enemigos», se ocupó de la cuestión de si los individuos son capaces de controlar a toda una sociedad según un plan previo. Popper negó esto y argumentó con una verdad obvia: en una compleja división del trabajo, es imposible que un individuo controle a toda la sociedad en su conjunto y que controle, además, cada detalle. La teoría del titiritero que todo lo abarca tirando de los hilos de la sociedad, por lo tanto, es equivocada, por lo que Popper llamó a esta tesis errónea «teoría de la conspiración».
Para Popper, la «teoría de la conspiración» era un modelo para explicar el mundo, al que refutó. La afirmación de Popper es básicamente demasiado banal como para darle mayor importancia científica. Pero sin embargo, lo importante respecto al término acuñado por Popper es que solo se usó en singular. Popper dejó en claro que la conspiración mundial que lo abarca todo no puede existir. Pero las teorías de la conspiración, en plural, por consiguiente, no aparecieron en su obra.
Teorías de conspiración en plural
Esto cambió a más tardar con el asesinato de Kennedy. La teoría de la conspiración singular de Popper se convirtió en teorías de la conspiración plural, que la CIA vio como hongos surgiendo de acuerdo con el famoso documento 1035-960 y que tuvieron que ser suprimidas para mantener la teoría del asesino individual (Lee Harvey Oswald). Una «teoría conspirativa» ya no era solo la idea absurda de que los judíos, los Illuminati o los masones gobernarían el mundo en secreto. Luego del asesinato de Kennedy se hizo uso de una teoría de conspiración para expresar las dudas sobre la versión del gobierno en torno a un evento en particular, con una etiqueta pegada con el único propósito de lograr una connotación negativa.
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU, el término «teoría conspirativa» con todas sus derivaciones (ideología, gurú, ruido, etc.), que ya estaba en uso, se exacerbó aún más por su significado negativo y ahora cumple la función de palabras como «herejes» que fuera utilizada en la Edad Media. La narrativa dominante afirma que el SARS-CoV-2 es un virus peligroso que necesita ser combatido hasta que llegue al rescate una vacuna. Cualquier objeción a este enfoque será calificado como una «teoría conspirativa». Ya no se trata solo de estigmatizar a quienes piensan de manera diferente, sino también de evitar la discusión sustantiva necesaria sobre si los supuestos subyacentes a la narrativa dominante realmente se aplican.
Finges hablar con todos siempre que no sean «teóricos conspirativos». Un teórico conspirativo es cualquier persona con la que no deseas tratar el fondo de la cuestión. Gracias a esta conexión circular perfecta, la libertad de expresión, que es constitutiva de la democracia, se convierte en una farsa.
Continuará…
(*) Carsten Forberger, nacido en 1973, estudió derecho en Dresde y ha trabajado como abogado desde 2000. Es abogado especialista en derecho laboral y escribe para la revista Rubikon, entre otros medios.
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