APUNTES / POR JORGE RULLI DESDE TRINCHERA POR LA LIBERACIÓN NACIONAL –
En nuestro país se impone aceleradamente el pensamiento alucinado de una minoría posmoderna, que se propone llevar la fragmentación de la sociedad y del pensamiento a extremos tales que la razón de existir de la Argentina, francamente desaparece. Cuando se reinterpreta la Guerra de Malvinas, bajo los modelos de la violencia machista y el patriarcalismo, a la vez que se resignifica el culto a nuestros soldados muertos y se diluye el respeto y el amor que guardamos por ellos en los cánones de políticas de género, sentimos que los desvaríos colectivos están arribando a puntos de ruptura.
Como el neopopulismo pareciera pretender hacer de todo nuevas grietas, el tema de la alimentación ha devenido también en un catálogo de enfrentamientos y de trasposiciones, en tanto que pasamos de las elecciones alimentarias individuales a la acción política. Me expresan con razón que el «veganismo » nada tiene que ver con la soja o la sojización , pero yo guardo memoria de nuestras prolongadas luchas contra el modelo de los agronegocios y recuerdo bien que en muchísimas oportunidades en que proponíamos volver a los viejos modelos de pasturas y de agricultura con ganadería, o que denunciábamos la incesante desaparición de los tambos, el veganismo nos enfrentaba con su retórica enardecida en contra de la cría de animales.
Hace pocas semanas traté de debatirlo con Sergio Elguezabal y le expliqué que «si estamos tratando de recuperar el suelo, empobrecido al 50 por ciento según el INTA, y cuando lo estamos tratando de mejorar con pastoreo racional, como en Gualegaychù y en tantos otros lugares donde los mismos productores a todo riesgo recuperan rebaños para escapar del encierro de la soja, .si cuando estamos en ese esfuerzo, le damos voz, como hace él en su programa radial de la AM1110, a los líderes veganos, estamos en un serio problema porque pasamos de una elección alimentaria individual a una propuesta política».
No digo que ellos sean conscientes del resultado de sus palabras, ni siquiera me atrevería a decir que quien les da voz en el momento justo del debate los utiliza para preservar el modelo actual de la sojización. Trato simplemente de que se comprenda la encerrona en la que estamos.
Lamentablemente Sergio Elguezabal no estuvo de acuerdo conmigo y no quiso escucharme. Su programa sigue predicando contra la cría de animales y también a favor del lenguaje inclusivo. Lamentablemente el suelo se sigue deteriorando de manera catastrófica y es la principal riqueza que tenemos. Para peor, el hambre y la desnutrición se multiplican y se impone a niveles de gobierno que ello podría superarse con bonos que se canjean en los supermercados.
Ocurre que el supermercadismo es una parte importante del agronegocio y según los teóricos de la posmodernidad o modernidades tardías de las que hacen culto nuestros sectores medios, el veganismo como las ideologías de género o acaso la desruralización, son los nuevos fragmentos entre otros, en que se deconstruye la sociedad.
Los argentinos en dos generaciones parecen haber olvidado las pequeñas huertas familiares que trabajaban los abuelos y que sostenían alimentariamente a las familias. Recuerdo algo que me dijo alguien en la zona de Sarandí:«…Mi papá estuvo mucho tiempo sin trabajo y mi mamá era maestra. Durante casi un año no le pagaron y le retenían el sueldo debido a la crisis económica, pero en la mesa de mi casa nunca faltó la comida,porque mis abuelos tenían huerta y gallinero».
Ahora resulta que según nuestra Vicepresidenta muchos de esos abuelos que eran italianos tenían una genética mafiosa. Aparte de la ofensa gratuita, que todavía no sabemos qué explicación al respecto le dio el Presidente al embajador italiano, suponemos que esa genética mafiosa en algún sector de la sociedad argentina existe y opera desde la impunidad y desde el poder.
Han habido actos y expresiones respecto a que los corruptos son presos políticos y en alguno de ellos , hasta se atrevió a tomar el micrófono solidario, el Caballo Suárez. En la parábola de los extravíos estamos alcanzando quizá el punto máximo. No puedo dejar de recordar que el 24 de Marzo de 1976 los presos en la cárcel U. 9 de La Plata festejaron la noticia desde las ventanas enrejadas como si fueran goles. Todos sabíamos que lo que venía era probablemente espantoso, pero la minoría alucinada lo festejaba.
Aquellas minorías se han reproducido en las actuales, verbigracia las senadoras que proponen la libertad a los corruptos en la medida que los medios hayan informado sobre sus negociados. Lo mismo vale para la funcionaria que le impone el lenguaje inclusivo a los ancianos o los decanos que se lo imponen a los estudiantes. Lo mismo vale para las polémicas discusiones entre Nación y Provincia en el campo de la seguridad. Es que la retórica alucinada se alimenta de soberbia y de sectarismo, aumenta la impunidad y la inseguridad. Carece de proyecto nacional y en una situación en la que debatimos cómo pagar una deuda aplastante ellos encuentran oportunidad para ideologizar al máximo las políticas y hasta denigrar como machirulos a nuestros héroes.
Lo peor de todo esto es que los votamos porque aceptamos optar entre la Coca y la Pepsi, y entonces, somos partes del problema. Por eso el silencio y la desmovilización, por eso la falta de rebeldía y de pensamiento crítico.Por eso nuestra página es una Trinchera. Pretendemos cambiarlo pero no será fácil, porque el populismo ha logrado convertir nuestras historias y nuestras memorias en una loza tan aplastante como la Deuda Externa.
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