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Por Javier Colussi –

A siete meses de la irrupción de la pandemia mundial producida por un virus hasta entonces desconocido, las empresas y trabajadores de las fábricas autopartistas, gestionaron etapas de cierre y aperturas de espacios de trabajo signados por la incertidumbre. Dentro de esta etapa de producción, en donde la racionalidad y la técnica están históricamente al servicio de la productividad, los meses de cuarentena y políticas estatales que privilegiaron la salud, colocaron a empresarios y trabajadores ante una situación ambigua sobre la que es necesaria conocer sus consecuencias y proyecciones.

El análisis de la dinámica que el sector automotriz viene atravesando se vincula por un lado a las políticas que las empresas implementaron, atendiendo al impacto en la producción, como así también conocer los riesgos en la salud, los salarios y el empleo de los trabajadores. De modo que, de manera esquemática, podemos pensar que ea América Latina la política estatal osciló entre el privilegio de salud (cuarentena estricta), y el privilegio de la economía (cuarentenas flexibles).

En la mayoría de los países latinoamericanos, desde el 17 de marzo, se comenzaron a implementar políticas en el marco del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio. A nivel general, éstas implicaron el cierre de todas las unidades productivas de aquellos sectores considerados no esenciales. Desde mediados de Agosto, las empresas automotrices pudieron volver a reactivar la producción, sin que esto implique un retorno a los niveles previos a la pandemia. Es decir, desde la reapertura hay un doble riesgo, sanitario, de conservación de empleo y del salario para el conjunto de trabajadores, y a nivel empresarial, la búsqueda por elevar los niveles de producción en el marco de devaluaciones de las monedas latinoamericanas.

Para las empresas, las dificultades pasan por sostener los niveles salariales durante la pandemia, y solventar la implementación de los protocolos que de los Ministerios de Salud de cada país se exigen para garantizar la salud de los trabajadores. Por lo tanto, reiniciar la actividad, según SoloAutos, empresa especializada en venta de autos semi nuevos, implica para las empresas llevar adelante diversas medidas y protocolos tanto en las terminales como en las autopartistas.

Los meses que vienen invitan a proyectar un escenario conflictivo, desde los trabajadores por recomposición salarial y conservación de empleos, mientras que por el lado de las empresas, solicitud de intervención estatal a nivel económico para sostener los gastos protocolares para la reactivación de la producción, y en algunos países, un debate pleno por el impuesto a las ganancias de manera única, que pueda llevarse a cabo desde los gobiernos y los sectores empresariales. La pandemia ha afectado gravemente a la industria automotriz Latinoamérica, agravada por su dependencia del capital extranjero, por lo que el diálogo entre gobiernos, trabajadores y empresarios se torna menester para reactivar de manera paulatina, los niveles de producción que verdaderamente sean sostenidos y permitan conservar y garantizar empleos.