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Por Alfredo Grande / Agencia Pelota de Trapo

El Poder, en mayúscula y en singular, sin duda, es una abstracción. Lo abstracto, lo intangible, debería ser, como alguna vez el agua, inodoro, incoloro e insípido. De hecho, la realeza recibía su poder de los dioses, o del Dios, inapelable y asertivo.

Apelar a una abstracción como fuente de toda razón y justicia no deja de tener sus ventajas. El principal, no puede ser cuestionado por ningún mortal porque la casa central no está en la tierra. El cielo, el arco iris, son apenas abstracciones visuales. Hay todo tipo de abstracciones y la cultura represora utiliza todas. La abstracción no admite definiciones. Es el reinado del sentido común. “¿Vos me entendés? No. -Si, vos me entendés”.

Una de las abstracciones más populares es “pareja”. “¿Estás en pareja?” A veces he respondido: “estoy en despareja”. Porque la materialidad vincular de toda pareja es lo desparejo. Pareja es una abstracción a la que en otros tiempos se aludía como la “media naranja”. Nunca supe por qué ese cítrico era el preferido. Entonces: la abstracción tiene efectos en la materialidad, con frecuencia, devastadores. Porque desde la Abstracción, lo primero que se vulnera es la diversidad.

La Abstracción y lo Único son la letal pareja en la historia de la humanidad. Pues mal: Estado y Poder son abstracciones. Y la abstracción tiene una fuerza incontenible para generar pensamientos, sentimientos, acciones. Luchar por motivos totalmente desconocidos. Pagar impuestos sin el menor control de su destino final. Por eso el reinado de la Abstracción son las derechas. Y en su extremo límite, el fascismo como paradigma de todas las derechas.

La Abstracción es una lógica inapelable. Podemos bordearla, maquillarla, disfrazarla, enmascararla, siliconarla, pero nunca disolverla. Hablamos de familia patriarcal, ensamblada, ampliada, adoptiva. Pero la abstracción “familia” permanece. Podemos hablar de militares genocidas, juzgarlos, condenarlos, amnistiarlos, indultarlos, insultarlos. Pero la abstracción “militar” es inapelable. Las fuerzas armadas conjuntas no fueron juzgadas como institución. Sino en la materialidad de las personas que organizaron la masacre. Podemos denostar a los curar pedófilos pero la Iglesia es una abstracción eterna.

El materialismo histórico, político, dialéctico es el más poderoso pensamiento crítico contra el poder de todas las abstracciones. Especialmente Capital y Trabajo. Por eso es perseguido y atacado desde las derechas y desde todas las formas del progresismo. Cuando afirmo que “La Bonaerense” es un Estado Uninacional, estoy afirmando que ha llegado al podio de la Abstracción. Hay policías malos, corruptos, torturadores, asesinos. Pero la Policía como tal, no es cuestionable. Incluso es esencial

Cito parte de un escrito de Raúl Zaffaroni, “Pensar la Policía”, publicado en la revista digital La Tecl@ Eñe que dirige Conrado Yasenza. “Por otra parte, saquémonos de la cabeza que la policía es un ejército. No lo es ni debe serlo. La Fuerzas Armadas tienen una función específica de Defensa Nacional, que nada tiene que ver con las funciones policiales. No todo uniformado es un militar, ni toda la policía está uniformada, y la policía es un servicio absolutamente civil y de primera necesidad. Lo que pasó en la Provincia de Buenos Aires no es nuevo, sólo un poco más grave en lo simbólico institucional, pero viene precedido desde hace años por una serie de “acuartelamientos” policiales en varias provincias y también en la de Buenos Aires. Desde hace años también, en África comenzaron los “golpes de estado policiales” y luego pasaron a América Latina: a Correa le hicieron un golpe en Ecuador, la policía le dio el empujón final a Evo en Bolivia, los hubo anteriores aunque no a nivel nacional en Río de Janeiro”

Agradezco que me digan qué debo sacarme de la cabeza. Pero decir que la policía es un servicio absolutamente civil y de primera necesidad (sic) es ignorar al gatillo fácil, las causas armadas, la autofinanciación por actividades delictivas. Desde la trivialidad de no pagar el transporte público, hasta el ejercicio de los habituales excesos de autoridad y abuso de posición dominante, denominar servicio esencial es colocarse en el reino de la Abstracción. El monopolio de la fuerza pública nada tiene de civil. Las Fuerzas Armadas y la defensa nacional es más acorde a una apología de derecha. Si algo han hecho las fuerzas armadas es un permanente ataque a la nación y muy especialmente a sus habitantes.

Los golpes de estado policiales empezaron en la argentina democrática con el “Navarrazo” que echó al gobernador electo de la provincia de Córdoba, Obregón Cano. Por eso la abstracción Policía es inatacable y se discuten las formas menos letales. Cercar a la residencia presidencial y acosar a la del gobernador es lo contrario a un acuartelamiento. Los acuartelados fueron los funcionarios. Y como heroico acto de disciplina para la tropa descontrolada, manotearon la coparticipación. O sea: les dieron lo que dado el aislamiento social y laboral había disminuido: la financiación paralela. Porque la Policía tiene presupuesto propio con recursos propios. Tiene sus propios tarifarios, fueros, indulgencias y prebendas. Sus leyes que alguna vez se llamaron edictos.

Por eso sostengo que es un Estado dentro del Estado. Mejor dicho: un Estado Policial al lado del Estado de Derecho. Dime con quién andas y te diré quién eres y qué quieres. En nuestra historia reciente, una de las pruebas del Estado Policial fue la resistible ascensión de López Rega (De agente a cabo primero y, ya retirado, por decreto de Perón directamente 12 grados a comisario general). Y le puso la alfombra roja a la dictadura genocida. ¿Es posible desmantelar, pulverizar, arrasar al Estado Policial? No. En el marco de las derechas, los fascismos de consorcio y el retroprogresismo, no. Nos olvidamos de Cabezas y también nos olvidamos de Navarro. Pero gracias a Silvana Melo, no podremos olvidarnos de que el Estado Policial, como todo Estado, también pone cara de distraído, de ausente, y enarbola el “siga, siga”, porque como dice la sabiduría tanguera… “nunca faltan encontrones cuando un pobre se divierte”: Thaiel tenía seis años y murió bajo las ruedas de la indolencia y la pasividad del Estado. La policía de la provincia de Buenos Aires no pudo o no quiso mirar. Ni ver. Esta semana la familia y los vecinos cortaron la ruta 21. Hicieron visible el dolor y la rabia. Si el estado no los ve en el territorio, acaso los vería por TV. O por las redes. O por streaming.

Desde la brutal presencia cuando asesinan sin acordarse de sus bajos sueldos, hasta la brutal ausencia cuando toleran todo tipo de vejamen a mujeres, niñas, niños, vecinos indefensos, el Estado Uninacional La Bonaerense aumentó su poder. Será ejemplo para otras Policías que dominan los feudalatos que algunos llaman provincias.

Una compañera me reprochó que en el trabajo anterior me hubiera olvidado de los medios masivos de comunicación. No me olvidé. Por eso escribo en la Agencia de Noticias Pelota de Trapo.