Desalambrar

Noticias de Moreno y la Región

La ley 26743 en Argentina, más conocida como ley de “identidad de género” introduce un concepto novedoso, de vanguardia a nivel mundial, cual es el de “identidad autopercibida”. En ese marco permite el cambio de nombre y la adecuación de los documentos identificatorios, empezando por el DNI.

Establece expresamente que no requiere acreditar tratamientos quirúrgicos ni hormonales ni tampoco equipara la identidad a ninguna clase de aspecto físico o estético. Recientemente se ha completado su avance, con el decreto que introduce la no binariedad en la identificación de género en el DNI.

Sexo y género no son sinónimos ni tienen entre sí relación de complementariedad ni causa- efecto. El sexo es biológico y el género es cultural. Dicho de otro modo, no es natural que a determinado sexo le corresponda determinado género, eso es una construcción cultural hegemónicamente impuesta.

Si entendemos que durante la niñez y la adolescencia se define nuestra identidad de género y nuestra elección sexual (que tampoco tiene ninguna relación de necesariedad con el sexo ni con el género) podremos comprender la importancia que la ley de género tiene a la hora de receptar esa “identidad autopercibida”, sobre todo en relación con adolescentes que han recibido nombres con connotación de género y no neutros.

No obstante lo claro que nos pueda parecer esa afirmación, lo cierto es que en la vida real, muchxs chicxs enfrentan serios problemas al hacer saber a sus progenitores sus deseos – elecciones, de género, preferencias sexuales o identidades autopercibidas.

Niños, niñas y adolescentes que desean modificar su nombre en el marco de la identidad de género, lo podrán hacer por vía administrativa si cuentan con el consentimiento de sus progenitores y lo tendrán que hacer por vía judicial si algunx de ellxs se opone. Cuando se opone algunx, de hecho, muchas veces lxs adolescentes acuden a la vía judicial no sólo para cambiarse el nombre sino también para sacarse el apellido del progenitor desimplicado o incluso maltratador o abandónico.

Atrás ha quedado el mundo de la binariedad que tanta seguridad le daba a las mentes estructuradas. Hoy vivimos en un mundo diverso, más libre pero que aún no ha superado las resistencias a esa apertura. Simple prueba de ello parece ser el rechazo desproporcionado que genera en mucha gente el lenguaje inclusivo. Suelen invocar que es un uso no aprobado por la Real Academia Española, a lo cual habría que responderles que la Real Academia no inventa el lenguaje sino que lo recepta, justamente a través de los cambios culturales. Por eso tenemos un diccionario lleno de agravios y ofensas que no ofenden a nadie, porque no podemos dejar de reconocer que existen en nuestro lenguaje. El lenguaje no es neutro y la Real Academia tampoco. Y los idiomas castellanos o españoles tienen tantas variantes que ya no podemos pensarlo como uno solo. Más bien parecería que quienes se ofenden exageradamente con el lenguaje inclusivo, son también quienes se escandalizan con las nuevas y múltiples expresiones de estética no binaria: ergo, quienes no soportan la diversidad.