Fuente: Prensa Obrera.-A qué vienen las críticas del dirigente de la CTEP. Mucho impacto tuvo el raid mediático del militante oficialista Juan Grabois criticando al gobierno de Alberto Fernández por el crecimiento de la pobreza, la eliminación del IFE y por otras consecuencias sociales de la política económica del gobierno que él mismo integra y apoya. Antes había dicho en un tuit que “Los datos de pobreza deberían avergonzarnos a todos los argentinos en especial a toda la dirigencia política, empresaria, sindical y social por semejante aberración. Me incluyo. Con 7 de cada 10 pibes pobres no hay país posible”, señaló sin ponerse colorado.
Desde el escándalo por la sucesión familiar de la oligárquica familia Etchevehere, en el que el dirigente social trabajó junto a una de las herederas en disputa, no se conocían declaraciones del dirigente de la CTEP.
La actual reacción procede de la publicación de los datos de pobreza de la Universidad Católica (UCA), que contabilizan que 18 millones de personas se encuentran en la pobreza y 4 millones en la indigencia. Aunque no es el primer índice preocupante sobre el tema que emiten la UCA o el Indec, lo que ocurre de diferente en este momento es que está avanzando en el Congreso el tratamiento del aborto legal, resistido por el Vaticano.
Durante el 2018 Grabois actuó de igual forma. Hizo un canje que le costó mucho a las mujeres trabajadoras y que representó el cierre de un acuerdo de conformación del gran reagrupamiento del PJ que llevó a Fernández a la presidencia. El 5 de agosto de 2018 este reconocido aliado de Jorge Bergoglio realizaba otro raid mediático, esa vez nombrando por primera vez a Cristina Fernández de Kirchner como víctima de lawfear en la causa de los cuadernos. Antes no se le había escuchado defender con nombre y apellido a la expresidenta, y en adelante se transformó en una militancia que por entonces se materializó en el acompañamiento físico a la expresidenta a declarar en Comodoro Py. Lo hizo, por entonces, de la mano de otro amigo del Papa, el exembajador Eduardo Valdés.
El mismo 5 de agosto, antes de comprometer su apoyo político, el operador Grabois (40 minutos en entrevista con Luis Majul) había conquistado un gesto ansiado por Bergoglio: la senadora kirchnerista por Río Negro, que iba a votar a favor del aborto legal, declaraba en Radio Mitre que votaría en contra y se pasaba al campo del aborto clandestino. Su “borocotización” se convirtió en el 37 voto negativo y se cancelaba de manera definitiva la posibilidad de conquistar el aborto legal.
A pesar de que las declaraciones de Grabois retratan la cruda realidad, y de la justa apariencia de sus dichos, lo cierto es que la agrupación que dirige retiene todos sus puestos en el gobierno. Además, la principal institución a la que responde, el oficialismo del Estado Vaticano dirigido por el Papa Francisco, mantiene su alianza con el gobierno ajustador apoyando las negociaciones con el FMI e incluso mostrándose públicamente inaugurando instituciones educativas junto a intendentes oficialistas. Es lo que ocurrió hace unos días con Martín Insaurralde y la esposa de Alberto Fernández, Fabiola Yañez, en la inauguración en Lomas de Zamora de un observatorio de la iniciativa Scholas.
El Frente Patria Grande que dirige Juan Grabois está integrado por la agrupación Mala Junta, de la funcionaria Victoria Freyre y del diputado Itai Hagman. De este espacio fue catapultada la ministra de las Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, y otros funcionarios en dependencias como Justicia o Desarrollo Social. Todos mantienen sus cargos y votan absolutamente todos los proyectos gubernamentales en el Congreso Nacional. Justamente esos que generan la pobreza.
El tratamiento del aborto es una fatalidad para el clero, que el ala oficialista de la Iglesia decidió transitar porque eligió privilegiar sus acuerdos con el PJ y su gobierno. Sin embargo es claro que busca dar batalla para que la legalización, si termina concretándose, represente una derrota en una batalla y no una guerra perdida.
América Latina y Estados Unidos son una muestra de que esta orientación puede progresar a futuro, en la medida de que la Iglesia siga ganando espacios en el plano educativo, en el de la salud y en el Poder Judicial. La inauguración del observatorio en Lomas es parte de ese avance. La repentina reflexión de Grabois sobre la pobreza se inscribe en este cuadro político, en el que la Iglesia necesita mostrarse molesta con su aliado político y en el que el dirigente de sectores sociales hambreados busca mostrar frente al gobierno dónde radica su poder, que lejos de usarse para beneficiar a los pobres es usado para extorsionar y conseguir mayor poder en el Estado.
La lucha de las mujeres trabajadoras por sus derechos son también un enorme aporte a la clarificación política.
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