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Una historia de perseverancia por una vida digna

Primer jalón de arduas gestiones y tenaz reclamo fue la materialización
de la Represa Roggero, sin embargo sus principales dirigentes
no pudieron conocer el conjunto de las obras terminadas,
resultado de su esfuerzo inclaudicable y que puso fin a los desbordes
del Reconquista.
Tan numerosos y frecuentes como trágicos, fueron los desbordes
de las aguas del Río Reconquista, que aún hoy vecinos de Paso del
Rey los recuerdan con dolor y tristeza.
A lo largo de casi 40 kilómetros de recorrido, desde su nacimiento
en Moreno hasta su desembocadura en el Tigre, las inundaciones
del Río Reconquista provocaban cuantiosos daños materiales y
pérdidas de vidas humanas en las jurisdicciones de los Partidos de
Moreno, Merlo, Morón, General Sarmiento, San Martín, 3 de Febrero,
Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre. A fines de la
década de 1950 se calculaba en un millón y medio los habitantes
afectados y se estimaba en 200 millones de pesos de la época las
pérdidas materiales de cada inundación.
El drama de los desbordes era un flagelo periódico que llegó
a repetirse hasta dos o tres veces al año; la población del barrio
A.R.C.A., surgido en la segunda mitad de la década del ‘40, se encontraba entre las más perjudicadas
.
Como cruel contraste, la belleza del río con su arbolada ribera
era la principal característica y atracción de la localidad, a la vez
que las crecidas de las aguas un duro castigo que produjo el atraso
en su desarrollo por largos años.
Así, el 22 de junio de 1959, la decidida y firme actitud de los
vecinos, inundados en ese momento, se convirtió en la fecha en que
daría comienzo el cambio de su trágico destino.

Para ese día estaba prevista la visita oficial a Moreno del Gobernador
de la Provincia, Oscar Alende; el itinerario preparado no incluía recorrer el lado sur de Paso del Rey, que en buena parte aún se encontraba bajo las aguas. Por este motivo un resuelto y audaz grupo de vecinos formó una barrera sobre la ruta, a la altura del puente y detuvo la comitiva de automóviles que acompañaban al Gobernador Alende a quien, los vecinos inundados, invitaron a los gritos a visitar la zona afectada. Pasado el momento de confusión e inquietud, el funcionario aceptó con cierto temor la imprevista invitación y, acompañado del Intendente Carlos Odeón y colaboradores, se trasladó hasta la Escuela N°9. Allí los esperaba la embarrada calle Luján y a pocos metros, las aguas desbordadas; así el gobernador pudo comprobar el sentimiento de tremenda desolación que sobrellevaban aquellos hombres y mujeres. En el interior de la escuela se
llevó a cabo una improvisada asamblea
; los vecinos explicaron a Alende su crítica situación y le pidieron soluciones.
Como respuesta, el mandatario provincial por medio del Ministerio
de Obras Públicas, encargó a la Dirección de Hidráulica, a cargo del ingeniero Carlos Francisco Roggero, el estudio de la solución al grave problema de las inundaciones del Reconquista; en la ocasión otorgó, como paliativo, un subsidio de 50 mil pesos destinado a la limpieza del lecho del río.


Es al calor de esos acontecimientos que se funda la Comisión
Vecinal Moreno-Merlo Pro Obras de Saneamiento, Rectificación y
Canalización del Río Reconquista
, surgida ante la imperiosa necesidad
de encontrar solución para los embates de las aguas que ponían
en peligro los bienes y las vidas de las personas, justamente en un
año (1959) en el que se produjeron 14 inundaciones.
La primera comisión quedó integrada por los vecinos Enrique
Núñez, Carlos Orlando
(más tarde concejal), el procurador Néstor
Salanova, Ernesto Furchi y Lucas Suárez
, presidente de la misma;
por el Partido de Merlo se sumaron Alfredo Morteo y Antonio Núñez.
Al grupo fundador luego se incorporaron Juan Carlos Mas (radioaficionado), Juan José Techeira (suboficial retirado de la Fuerza
Aérea), Antonio Camps, José Barcia, el odontólogo Jorge Belmaña,
Elsa Rodríguez, Raúl Vigo y Pablo Ranedo, entre otros.
Rápidamente, la organización vecinal concitó el apoyo y la solidaridad
de la comunidad y de numerosas entidades intermedias; en ese período se realizaron reuniones explicativas y conferencias informativas sobre el tema, el río y la solución al flagelo de las inundaciones.

El movimiento vecinal continuó sumando voluntades de instituciones y vecinos mientras que los integrantes de la Comisión del Río, como popularmente comenzó a ser conocida, llevaba a cabo gestiones ante funcionarios provinciales y organismos oficiales.
Así tomó intervención directa la Dirección de Hidráulica Provincial.
En 1959 el organismo efectuó el estudio hidrológico del río comenzando con la medición de varias ondas de crecida de variada magnitud, que se produjeron en esa época; también se recopilaron registros pluviométricos de un período de 25 años; se realizaron relevamientos topográficos mediante procedimientos aerofotogramétricos y estudios del suelo.
El conjunto de datos e información recabada indicó que no era posible pretender una solución al problema de los desbordes sólo en base a obras de canalización del río; la misma sólo se lograría con la construcción de una presa que contuviera las aguas.
En una reunión realizada en el Club Amancio Alcorta, con la presencia del ingeniero Carlos Roggero y una casi masiva concurrencia de vecinos, los miembros de la Comisión, que centraban su lucha en la realización de trabajos de canalización y rectificación del lecho del río, fueron sorprendidos con el anuncio del proyecto de construcción de un embalse o presa como única solución, a la que se agregaría la canalización, obras tan necesarias una como otra.

Cabe destacar que los integrantes de la Comisión del Río, encontraron en el ingeniero Roggero no sólo una persona sensible y solidaria con sus padecimientos, sino también a un funcionario íntegro y ejecutivo que habría de acompañar a lo largo de los años su esfuerzo constante.


El embalse de regulación sólo era posible de ser construido en la zona rural de la cuenca del río, esto es en la unión del arroyo La Horqueta y el río Reconquista.
Por otra parte, en el ámbito legislativo se aprobó, en 1960, la Ley N°6.253 prohibiendo la venta de lotes en las riberas del Reconquista.
La norma legal intentaba poner límite a inescrupulosas empresas que vendían terrenos en zonas llamadas residenciales cuando en realidad eran anegadizas e inundables, negocio que se continuó practicando debido a la imprevisión o corrupción de autoridades que lo permitieron y dieron como resultado que se poblaran zonas bajas, con consecuencias fatales en la pérdida de vidas y daños materiales.
Sin embargo, las esperanzas de una rápida solución se desvanecerían
a causa de la asonada militar que derrocó al doctor Arturo Frondizi de la Presidencia de la Nación, el 29 de marzo de 1962, y a Oscar Alende de la gobernación de Buenos Aires.
Lejos de amedrentarse ante la nueva situación, los miembros de la Comisión del Río, representando los intereses de miles de damnificados
por las inundaciones, continuaron sus gestiones con políticos, funcionarios y organismos, interesándolos en el tema.
En 1963 se lleva a cabo un nuevo proceso eleccionario por el cual el 12 de octubre asume como Presidente Arturo Illia; en la provincia jura como Gobernador Anselmo Marini, quien en su campaña electoral había prometido la realización de obras en la cuenca del Reconquista, entre ellas la construcción del dique de contención, estimado su costo en unos mil millones de pesos moneda nacional.
En ese mismo año el río se desbordó en dos oportunidades, con su secuela de muerte y daños materiales; la tenaz tarea de los hombres de la Comisión Vecinal Pro Canalización del Río Reconquista se intensifica, realizando gestiones en el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia y ante el Subsecretario del mismo, el ingeniero Pedro Pablo Marín.
También participan, en los primeros meses de 1964, de la culminación
del exhaustivo estudio elaborado por los técnicos de la Dirección de Hidráulica, dirigidos por el ingeniero Roggero, que permitió la confección de un plan de obras y un proyecto de solución que fue tratado en la Legislatura bonaerense en mayo de ese año.
Así, con la clara intención de impulsar la aprobación de la legislación
necesaria y su correspondiente presupuesto, la Comisión del Río se entrevistó con el Vicegobernador, el doctor Ricardo Lavalle; de la nutrida concurrencia que se trasladó a la ciudad de La Plata formaron parte numerosos integrantes de la organización, el entonces Intendente Enrique Rodríguez, representantes de la Federación de Sociedades de Fomento de Moreno y el Intendente de San Isidro, entre otros; eran los últimos días de marzo de 1964.
La reunión, realizada en un despacho del Senado Provincial, fue un éxito: con la presencia de un grupo de legisladores, el Vicegobernador Lavalle informó a los miembros de la Comisión del Río que en el presupuesto anual se había incluido una partida de 450 millones de pesos, destinados a la construcción de la presa de contención y la expropiación de las tierras que habría de ocupar el lago que se conformaría.
Las obras de canalización del curso del río, se habían estimado en el orden de los 500 millones de pesos, y serían contemplados en próximos planes de obras, por último el funcionario expresó todo su apoyo al proyecto y a la realización de la obra.
En junio de 1964 se concretó el llamado a licitación para la construcción del dique regulador de las aguas del Reconquista, la adjudicación recayó en la empresa Fiorito y Bianchi.
Como resultado de la convulsionada vida política del país se postergaron los plazos de ejecución de la monumental obra, la de mayor trascendencia en Moreno; en junio de 1966 se produjo un nuevo golpe militar que derrocó al presidente Illia.
En tanto las turbias aguas del Reconquista continuaron desbordando y arrasando todo a su paso; en octubre de 1967 se habrá de producir la más extraordinaria inundación. En efecto, entre el 5 y el 10 de octubre los habitantes de la cuenca del río sufrieron la mayor de las inundaciones que se recuerdan.

Fuertes lluvias combinadas con sudestadas provocaron una verdadera
catástrofe que dejaron como saldo más de cien mil evacuados, 50 muertos y pérdidas incalculables
. Paso del Rey fue una de las localidades más afectadas, las aguas sobrepasaron las vías del ferrocarril.
Los bomberos voluntarios llevaron a cabo una tarea extraordinaria
evacuando a los vecinos inundados; también intervinieron,
socorriendo a la población, la policía provincial, cadetes del Colegio
Militar, el cuerpo de zapadores de Campo de Mayo, empleados
municipales y voluntarios. Como siempre algunos vecinos, trepados
a los techos de sus casas se negaban a retirarse para proteger sus
bienes, por temor a los robos.
Por esos días, Ernesto Furchi, activo integrante de la Comisión
Vecinal
, se convierte en el cronista de la misma, mediante profusas
notas aparecidas en el semanario “Para Ud.” donde informaba las
alternativas de las obras y las gestiones realizadas; sus informes se
extendieron por varios años.
En tanto, la represa se encontraba en plena construcción. Sin embargo fue inaugurada sin terminar en dos oportunidades por gobernadores militares: el primero fue el brigadier Horacio Rivara el 14 de agosto de 1971; el 17 de octubre también efectuó su inauguración el entonces gobernador de facto Miguel Moragues.
Lo cierto es que la empresa constructora entregó la presa, en forma provisional, en febrero de 1971.

La misma consiste en una estructura mixta de hormigón y tierra, con una longitud total de 7.500 metros, de los cuales 260 fueron construidos en hormigón. El movimiento de tierra alcanzó un total de 1.300.000 metros cúbicos y el hormigonado, 48.000 metros cúbicos, insumió un total de 280.000 bolsas de cemento.


El tramo de este material cuenta con 20 vertederos con una capacidad de descarga de 20 metros cúbicos por segundo. El dique crece desde una estructura enclavada bajo tierra a una profundidad de diez metros, para elevarse hasta once metros. Toda la presa, con su coronamiento, permite el tendido de un camino de 7,60 metros de ancho, que sobre el tramo de hormigón toma la forma de puente de 9,50 metros de ancho, por el cual es posible el tránsito sobre toda la imponente obra en toda su extensión.
La dimensión del lago está calculada en 650 hectáreas con una profundidad media de un metro y medio y un máximo de cuatro metros y medio.
Lo cierto es que con motivo de la inundación de octubre de 1967, de mayúscula intensidad, se analizó la magnitud del fenómeno y se efectuó un replanteo del proyecto de obras y se creó el Plan Integral de la Cuenca del Reconquista que comprendería, además de la represa ya construida en la unión del arroyo La Horqueta y el Reconquista, la construcción de otras dos presas más, una sobre el arroyo La Choza y otra en el arroyo El Durazno.
Con estas obras se logra una atenuación de los picos de crecida en forma escalonada, para fenómenos pluviales que puedan ocurrir una vez en cien años.
El nuevo proyecto prevé la canalización y rectificación del curso del río hasta Paso del Rey, para adecuarlo a la conducción de 400 metros cúbicos de agua por segundo.
Por su parte, en la cuenca media, la zona que va desde Paso del Rey hasta la Ruta N°8, su canalización y rectificación permitirían el paso de un caudal de 500 metros cúbicos por segundo; en ese tramo se realizarían obras de conducción de las aguas provenientes de los alrededores.
Para la cuenca inferior, desde la Ruta Nacional N°8 hasta el Río Luján, la capacidad de la canalización se calculó en 600 metros cúbicos de agua por segundo. Estas obras se complementarían con la construcción del canal aliviador Guazú-Nambí con una capacidad de conducir aproximadamente 200 metros cúbicos de agua por segundo, descargados en el río Luján.
En agosto de 1971, el costo de todas estas obras, más la expropiación de tierras necesarias para su ejecución, estaba calculado en el orden de 3.685 millones de pesos moneda nacional, mientras el valor de la construcción de la presa del río Reconquista fue de 1.200 millones de pesos.
El 2 de abril de 1972 falleció el ingeniero Carlos Francisco Roggero, artífice de la materialización de la presa de regulación del Río Reconquista. El 22 de junio de ese mismo año, mediante el decreto N°3177 y a pedido de la Comisión Vecinal Pro Obras del Río, se le impuso su nombre a la represa de contención, en curiosa coincidencia con aquel 22 de junio, pero trece años atrás, cuando un enérgico grupo de vecinos interrumpió el paso del Gobernador Alende.
Así se cumplieron trece años de infatigables y arduas gestiones de los integrantes de la Comisión del Río en procura de la concreción de las obras, visitando periódicamente funcionarios y en ocasiones irrumpiendo en los despachos para poder ser escuchados en sus reclamos.
En tanto que las obras se postergaban, los desbordes continuaban, como ocurrió en el mes de enero de 1971, también en 1972 y el 17 de febrero de 1974, ocasión en la que los hombres de la Comisión, con la ayuda del cuerpo de bomberos voluntarios, colocaron tablones de madera en las aberturas de la represa para evitar el paso del agua, dado que las compuertas se encontraban abiertas y el sistema para cerrarlas no funcionaba. Son años de zozobra y temor ante nuevos embates del río; la Comisión Vecinal refuerza su acción solicitando la realización de las obras. En octubre de 1972 se encontraba prácticamente terminado el canal aliviador Guazú-Nambí, ubicado en la cuenca baja, con relación a las presas El Durazno y La Choza -recién en 1977 se llevó a cabo la licitación para su construcción-, las que fueron terminadas, la primera en 1980 y la segunda en 1983.

También en 1983, a la represa sobre el arroyo La Choza se le impuso el nombre del ingeniero Pedro Pablo Marín, a pedido de la Comisión del Río.
El 17 de septiembre de 1982 se produjeron nuevas crecidas con cientos de evacuados; con el advenimiento del proceso democrático, en 1983 se abre un marco de esperanza y expectativa para la realización de la canalización y rectificación del río, obras que la Comisión Vecinal reclamaba desde largos veinte años atrás.
Sin embargo, en el discurso de los políticos y funcionarios de turno, el Río Reconquista apareció como tema propicio para la propuesta fácil y la promesa ligera.
La primera inundación en la etapa democrática ocurrió el 26 de febrero de 1984, provocando la evacuación de 500 personas en Moreno; 1985 fue un año trágico, el 31 de mayo se produjo un importante desborde de las aguas que afectó numerosas zonas, la grave situación se repitió en junio y noviembre de ese mismo año.
Antes, el 15 de mayo de 1984, el Concejo Deliberante aprobó la ordenanza 1.305 que en su artículo N°1 afirmaba:

…por el invalorable aporte realizado al bienestar y progreso de todo el pueblo de Moreno, reconócese públicamente a los siguientes vecinos que integraron y/o integran la Comisión Vecinal Pro Canalización, Rectificación y Saneamiento del Río Reconquista: Lucas Suárez, Néstor Salanova, Carlos Orlando (fallecido), Ernesto Núñez, Alfredo Montero (fallecido), Ernesto
Furchi, Juan Carlos Mas, Antonio Camps y José Barcia. Un reconocimiento a una perseverante e inclaudicable lucha de 25 años ininterrumpidos por lograr una vida digna.

La misma ordenanza establecía la creación de una Comisión Municipal
pro-obras del Río Reconquista
, que entendería en distintos aspectos de la problemática del curso de agua y estaría integrada por los funcionarios del departamento ejecutivo y deliberativo, los bomberos voluntarios, la Comisión del Río, etc. Esta comisión nunca funcionó ni existió.

Después de las inundaciones de 1985 y por el descontento expresado por la población ribereña, en abril de 1986 dieron comienzo los trabajos de saneamiento y canalización de la cuenca inferior del río, un tramo de nueve kilómetros, desde Bancalari, hasta la desembocadura, obra que estaba planeada para ser ejecutada en 540 días y en 1988 todavía no se había concluido.
Por esos años el río servía a la política, en junio de 1987 se suscitó un hecho llamativo, debido a que las compuertas del dique Roggero se hallaban cerradas se había formado un gran lago con las aguas contenidas, la opinión general de los vecinos ribereños y de la meritoria Comisión del Río era que la represa no soportaría una lluvia de cierta intensidad y sería sobrepasada por la masa de agua.

Así, a pedido de la organización vecinal, el entonces Intendente Ernesto Lombardi abrió las compuertas por espacio de doce horas permitiendo la salida del agua.

El hecho produjo un conflicto de poderes entre el municipio y la gobernación: a los pocos días el suceso intentó ser capitalizado
políticamente por un sector que convocó a una reunión de vecinos
en el Club Social de Paso del Rey y terminó en un escándalo.
En marzo de 1988 las intensas lluvias provocaron inundaciones con el luctuoso saldo de más de 20 muertos. El agua también trajo sorpresas: sectores oficiosos del gobierno provincial consideran la obra de canalización como faraónica, esto se confirma con una solicitada aparecida en los principales diarios del 12 de abril de ese año, en la cual el gobierno presidido por Antonio Cafiero daba como solución de fondo a la problemática del Reconquista la limpieza de su cauce, desde la Panamericana hasta Cascallares, descartando la canalización.
La limpieza del cauce se realizó, retirándose árboles, residuos y casi un centenar de coches robados que habían sido arrojados al río, en tanto la Comisión Vecinal insistía aclarando que la limpieza era un paliativo y la canalización y rectificación eran obras imprescindibles e impostergables.
El tiempo, inexorable, continuó transcurriendo; en mayo de 1992 el río volvió como tema candente con nuevas inundaciones y la evacuación de gran número de damnificados.

Por medio de una nota dirigida a la Municipalidad de Moreno y
firmada por Juan Carlos Mas, José Barcia, Ernesto Furchi, Mauricio
de Franceschi, Norberto Prieto, María Cristina Vega, José Marturano, Jorge Falchetti y Pablo Ranedo, la Comisión del Río solicitaba nuevamente el vaciado parcial del lago formado por la represa permitiendo un margen de acumulación.

Finalmente se acordó con las autoridades mantener las aguas del lago a una cota de 17 metros y no a 18,50 metros como hasta ese momento. Así se obtuvo un margen de embalse, que ante una eventual lluvia, brindaba un valioso lapso de tiempo en la cual las aguas pudieran descender, en la cuenca media e inferior, en tanto la represa acumularía.
Es en agosto de ese mismo año 1992 que ocurrió un hecho insólito
y con amplias repercusiones políticas: con la intención de tapar unas cavas en el lecho del lago, donde se habían ahogado varias personas, el Intendente Julio Asseff decidió la apertura de las compuertas de la represa y el vaciado del espejo de agua que se mantenía desde diciembre de 1989.
Nadie, ni oficialismo ni oposición, imaginaron las consecuencias: miles de peces perecieron y sus cuerpos aparecieron flotando a lo largo del curso del río; según cálculos se perdieron 50 toneladas de peces de distintas variedades.
El hecho tuvo amplia cobertura periodística nacional y la oposición no perdió la oportunidad de interpelar al intendente. Por esos mismos días, en ocasión de una visita a Moreno del Vicegobernador Rafael Romá, la Comisión del Río le reclamó al funcionario la canalización del Reconquista.
En enero de 1993 dos funcionarias de una consultora, contratada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), recorrieron las zonas ribereñas realizando un relevamiento con relación a la mecánica a aplicar para la recuperación del préstamo que otorgaría el BID para llevar a cabo la canalización y saneamiento de la cuenca del Reconquista y calculado en 140 millones de dólares a los que se agregarían 30 millones de dólares aportados por Japón.

La encuesta de las dos integrantes de la consultora, realizada entre los vecinos, tenía como fin la aplicación de un impuesto de emergencia pagadero cada cuatro meses por la población beneficiada con las obras de canalización, algo así como que los propios inundados pagarían de sus bolsillos la obra pública, una insensatez.
En septiembre de 1994 el gobierno provincial anunció un convenio con el gobierno japonés por un monto de 80 millones de pesos destinados al saneamiento del Reconquista; sin embargo, será como resultado de una necesidad electoral que en 1995 el entonces Gobernador Eduardo Duhalde anunció, en el acto de lanzamiento de su candidatura a la reelección, el inminente inicio de las obras de canalización y saneamiento del Río Reconquista.
Calificada como la más grande obra pública con una inversión de 280 millones de dólares, los trabajos abarcarían la canalización desde Bancalari hasta la represa Roggero, adecuación del canal Guazú- Nambí y la construcción de terraplenes de defensas, estaciones de bombeo y plantas depuradoras, o sea, se concretaría el famoso y añejo plan integral de la cuenca, que a esta altura le había exigido a la Comisión del Río 36 años de fatigosas gestiones.
El inicio inminente se concretó recién en 1999; en julio de ese año los trabajos de canalización y rectificación del río se estaban llevando a cabo a la altura de Paso del Rey, que además incluyeron la instalación de nuevos y modernos puentes, remplazando a los anteriores, completándose en el año 2001 y brindando la tranquilidad y seguridad a 2.500.000 de habitantes de la cuenca.

Habían pasado nada menos que 42 años desde la creación de la
Comisión Vecinal Pro Obras de Saneamiento, Rectificación y Canalización del Río Reconquista.

Más de cuatro décadas de lucha para lograr la solución al drama de las inundaciones, ejemplo de esfuerzo constante y prédica inclaudicable, sin la cual posiblemente las autoridades de turno no habrían tomado la decisión de realizar las obras necesarias para terminar con los embates del río.
Como una cruel burla del destino, varios integrantes de la Comisión del Río, sus principales figuras, habían fallecido cuando en 1999 se iniciaron los trabajos de canalización y no pudieron ver hecha realidad la razón de sus esfuerzos infatigables. Antonio Camps murió el 2 de junio de 1988, Juan José Techeira el 15 de mayo de 1991, Néstor Salanova falleció el 1 de diciembre de 1995; también habían muerto Ernesto Furchi y José Barcia; Juan Carlos Mas murió el 4 de junio de 1996.

La población de Moreno en general y la comunidad de Paso del Rey en particular, mantienen una deuda de reconocimiento hacia estos hombres que no se rindieron ante el enemigo silencioso y traicionero: el río.