Por Fernando Rosso / Izquierda Diario.- Venimos de una semana “caliente” en la interna de la coalición oficial. Escuchamos, entre otras, las declaraciones de Andrés “el Cuervo” Larroque —que ocupa el cargo de secretario general de La Cámpora y es ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires. Entre otras cosas, dijo que Alberto Fernández “rompió el contrato electoral”. Fue en una entrevista con María O’ Donnell en radio Urbana Play, donde además afirmó que “el que fuerza la ruptura permanentemente con operaciones de desgaste sobre la figura de Cristina Kirchner y sobre el sector que ella representa es Alberto Fernández, sin ningún tipo de dudas”. “Tuvimos una derrota catastrófica a nivel nacional —disparó Larroque— y la lectura fue que hubo un triunfo… hay un entorno de pillos que bolsiquean permanentemente a Alberto”. Bueno y cuando le preguntaron sobre si el kirchnerismo se iba a retirar del Gobierno dijo aquello “si el Gobierno es nuestro… Nosotros constituimos esta fuerza política, lo convocamos a Alberto y ganamos las elecciones”.
Hizo algunas otras definiciones Larroque: dijo “acá los que están construyendo la derrota son (Martín) Guzmán, (Matías) Kulfas y (Claudio) Moroni”. “No está teniendo resultados… Por eso, hay cuestionamientos ideológicos, filosóficos y morales, pero también en términos prácticos. Terminás de rodillas en un acuerdo con el Fondo Monetario porque no tenés los dólares para pagar el vencimiento de enero”.
Larroque no es un libre pensador. Se conoce que La Cámpora es una organización muy verticalista —y hasta ellos hacen gala de este mecanismo—. Cosa que a mí siempre me pareció excesivamente curiosa. Hay un libro de Damián Selci —que hoy es el intendente de Hurlingham— y que se titula Teoría de la militancia que es muy ilustrativo de las concepciones de esa organización: verticalismo, secretismo, disciplina, centralismo, entrega sacrificial; formas que podrían ser de organizaciones radicalizadas, clandestinas u armadas, pero no para una organización que militó… a Daniel Scioli o Alberto Fernández. Digo, no coinciden forma y contenido. Pero, al margen de eso, la cuestión es que Larroque habla como parte de ese dispositivo.
Ahora, hay expectativas por el discurso de Cristina Kirchner este viernes en un acto del que va a participar en Chaco. “Ni Cobos ni Chacho”, dijo un referente cercano a la vicepresidenta para definir su ubicación, en relación a aquella votación de su propio vice cuando fue la crisis por las retenciones móviles y la histórica renuncia de Chacho Álvarez bajo el Gobierno de Fernando de la Rúa. Aunque acá, en términos de análisis político, hay una contradicción real: si Cristina se queda está en problemas y si se va… también.
Pero, quiero retomar una definición que planteé hace algunas semanas en el programa Odisea Argentina que conduce Carlos Pagni por La Nación+, a propósito de la salida del libro La hegemonía imposible: el kirchnerismo más “duro” a la vez que esmerila a Alberto Fernández, lo sostiene; lo debilita y lo apuntala. Porque si realmente hiciera coincidir el diagnóstico que algunos de sus referentes hacen con la orientación que le correspondería, no sólo tendrían que irse del Gobierno, sino que tendrían que salir a enfrentarlo. Sin embargo, ahí están.
Y esta situación sirve como excusa para todos y todas; para justificar los malos resultados desde ambos lados: el albertismo dice que los “avances” (pongamos) del crecimiento de la macroeconomía fueron gracias a la gestión de ellos y que los problemas se producen porque “Cristina no lo deja gobernar”; y el kirchnerismo dice que los problemas son responsabilidad del albertismo.
En el tema de la deuda hay un ejemplo claro. Y en este punto hay algo de razón del “albertismo”. Porque cualquiera que haya participado de una negociación de cualquier tipo sabe que en “la mesa de negociación” se define muy poco, más bien plasma una relación de fuerzas generada antes de ir a negociar. Ustedes recordarán aquella frase que se atribuye a varios, principalmente a Einstein, pero también a Mark Twain o Benjamin Franklin, y dice: “Locura es hacer todos los días lo mismo y esperar resultados diferentes”. Bueno, el kirchnerismo acompañó la estrategia de Martín Guzmán todos los días durante dos años y en el último minuto esperaban resultados diferentes. Querían que le haga una gambeta al Fondo.
La misma dinámica se repite en las otras esferas: el salario, el kirchnerismo dice hace mucho que se debe recuperar, pero sigue perdiendo; las tarifas, el kirchnerismo dice que no se deben aumentar, pero se siguen aumentando. Y así.
Además, obviamente lo de Larroque es lo que genera más ruido, pero también está “Wado” De Pedro (nada menos que en el Ministerio del Interior) u otros funcionarios kichneristas del staff nacional como Fernanda Raverta en ANSeS, Luana Volnovich en PAMI o Pablo González en YPF.
Entonces, observando todo el dispositivo del Frente, las críticas operan de esa manera como desgaste táctico y como sostén estratégico, al margen de las intenciones de los protagonistas.
Mientras tanto, no es cierto que está todo “paralizado”, o es cierto a medias. Avanzó el ajuste, la pérdida del poder adquisitivo del salario, el acuerdo de coloniaje con el Fondo Monetario etc. etc. con la participación de todos.
Y otros que avanzaron —por lo menos en comparación al lugar de dónde venían— son los representantes de la derecha: desde Mauricio Macri que estaba en la lona y ahora hasta se pone en carrera nuevamente, hasta Javier Milei por una combinación de muchos factores de los que ya hablamos en este espacio, entre los cuales está el descontento con el Gobierno. Entonces, hay consecuencias económicas y políticas.
Esas consecuencias son las que sufrimos todos, las que hay que combatir, mientras cada uno y cada una sigue atendiendo su juego.
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