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Por Ricardo «Lolo» Gómez / ANCLA MORENO –

El patrimonio cultural es aquel que proviene de la historia humana, o sea, que es un recuerdo o un remanente de actividades y prácticas, heredadas como un recordatorio o un símbolo a las nuevas generaciones. Es su herencia  cultural particular, que se haya fuertemente vinculada con su identidad social y cultural.

El pensador latinoamericano Néstor García Canclini entiende por Políticas Culturales, como «el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener CONSENSO para un tipo de orden o transformación social. Porque el patrimonio cultural también es un espacio de lucha material y simbólica entre clases y grupos».

Intentaré, brevemente, contar una historia de esa lucha material y simbólica del patrimonio cultural  de las comunidades, entre representantes de distintas posturas ideológicas que tienen como eje el respeto a la pluralidad cultural y la socialización de los bienes, o no. 

En la provincia de Tucumán, más precisamente en el Valle de Tafí, se encuentran los «Menhires» o estelas que se adscriben a la Cultura agroalfarera más antigua, con más de 2000 años de antigüedad, algunas talladas magníficamente, y elaboradas por los pueblos originarios con fines ceremoniales.

En distintos lugares se encontraban dispuestos los menhires, rodeando un centro ceremonial, en Casas Viejas, en El Mollar, otras estelas estaban en casas de vecinos, eso permitió tomar más conocimiento de la Cultura Tafí y obtener dataciones que las situaban en el siglo I antes de Cristo. Todas ellas fueron dejadas en su lugar, en sus montículos, todo como estaban dispuestas in situ.

Un gobierno democrático conformó una «Comisión de Promoción y Preservación del Patrimonio Cultural Los Menhires», integrada por representantes del Instituto de actividades culturales de la Montaña, el Archivo Histórico de la Provincia, el Instituto de Antropología y de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán y comisiones de vecinos de El Mollar. 

Pero, a partir del 24 de marzo de 1976 de la mano del golpe militar que derrocó un gobierno democrático e impuso a Jorge Rafael Videla como presidente de facto, en Tucumán asume como gobernador el General Antonio Domingo Bussi, jefe de la V brigada de infantería y comandante de la zona militar, quien concentrará todo el poder y controlará la sociedad tucumana a través del miedo y el horror.

En marzo de 1977 el gobierno de la Dictadura, resuelve suprimir aquella comisión de preservación del patrimonio cultural los menhires y nombra a su Secretario de Turismo (García Hamilton), a cargo del traslado, remodelación y «renovación» de los menhires. Inmediatamente comenzaron a punta de pistola, por los que se hallaban en casa de vecinos y enganchando los menhires con sogas fueron todos acumulados y pintados de… «BLANCO» en un montículo cercano al incipiente Lago del Dique la Angostura, para espectáculo turístico, junto a un parque de diversiones. Todos los Menhires mezclados, en posiciones y relaciones arbitrarias, un desastre arqueológico, un atentado a la ciencia, al pasado, a la cultura, al respeto de nuestras comunidades, tal vez por ignorantes de los principios de preservación y cuidado del patrimonio cultural… o tal vez porque a su ideología la define un artículo de esos días del diario La Gaceta (Propiedad de García Hamilton) : «Las tareas ordenadas por el General Bussi, de limpieza subversiva y ahora eliminando el atraso y la ignorancia de viejas costumbres como esas imágenes fálicas erigidas en adoraciones herejes, permitirán el desarrollo general de la región, cuyo porvenir socio-económico interesa a toda la provincia, en virtud de que en ella parece que habrá de concretarse, al fin, una industria turística de nivel destacado junto a grandes posibilidades económicas, alejándonos de la barbarie y la ignorancia fomentadas por una Política que ha muerto para siempre, naciendo desde ahora una joven Tucumán».

He intentado ser lo más sintético posible, pero queda la reflexión: Moreno, nuestro suelo, nuestro cielo, aún joven y tal vez sin ese Patrimonio ancestral, sin descubrir aún la herencia del pasado cercano, su gente, su comunidad ha construido y sigue construyendo el legado cultural para su posteridad. Moreno, ¿cuida y protege su Patrimonio en gestación, su pequeño patrimonio gestado con las manos humildes de sus intelectuales, sus artistas, sus mujeres, sus jóvenes, sus trabajadores/as?

Hay dos caminos, o hacemos tabula rasa, mente en blanco, tablilla raspada, sin inscripción, sin hechos pasados, sin patrimonio heredado, sin habilidades y conocimientos preexistentes como comunidad o somos una comunidad constituida por su historia, por su pasado convertido en memoria. Si el futuro es nuestra construcción socio-cultural, por supuesto modificable, sabremos que las grandes obras del ser humano surgen de la Cultura. Costumbres, moral, arte, ética, política y ciencia…todas las más altas actividades que una persona puede dedicarse son parte de la Cultura.

Moreno tiene un legado histórico y es el que nos permite entender que el presente es la consecuencia lógica del pasado, un pasado que no puede regir el futuro, porque su lugar es la Memoria, pero negarlo en función de un eterno presente es clausurar el futuro y la posibilidad de que la realidad no sea como está, sino que sea posible modificarla.

O blanqueamos y amontonamos los Menhires, al mejor estilo Bussi o decidimos convocar al CONSENSO, la participación de la Comunidad y de todos aquellos que mejor puedan contribuir al cuidado del Patrimonio Cultural.