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Todo comenzó hace un largo tiempo. Viene de décadas y siglos porque la palabra es práctica, para que la esperanza permanezca. Es Moreno Sur, las ollas populares que la Iglesia peregrina sostiene sin publicitar o romantizar lo que es dolor y angustia. Compromiso que llama a un encuentro aún en las adversidades que golpean a los humildes, siempre.

Vilma está en el ritual de preparar la comida, alimento. El ambiente contiene amor y entrega. Se acerca del instante de brindar la ayuda humana que nutrirá cuerpo y alma. Ella sostiene y dice: «La realidad es que empezamos con la familia del barrio, es como comunidad que empezamos a ayudarnos entre todos para empezar de cero. Siempre en este lugar, por ejemplo, hay mucha necesidad porque sabemos que los que vivimos acá somos humildes. Sabemos también que cuando somos humildes, nos necesitamos entre todos, entonces nació de nuestro corazón ayudar a la gente más humilde, que necesitan de nuestro apoyo. Como Jesús nos enseñó cuando ves a alguien que nos necesita, estrechar nuestras manos a todos. Empezamos de ahí, ayudando a la gente que más necesita y también surgió la merienda dar a los chicos que lo necesitan, empezamos de ahí hasta que surgió la olla. Ahora creció el amor, para mí creció el amor porque empezamos de algo pequeñito, es como una semilla que estamos regando con nuestro amor, con nuestro cariño hacia los más necesitados. Es muy hermoso y la verdad que tenemos nuestra mano derecha que es el Padre Leo que siempre estuvo sosteniéndonos, apoyándonos en todo. Siempre nos escuchó, cuando más necesitábamos siempre estuvo a nuestro lado, apoyándonos en los buenos y malos momentos, eso para nosotros es muy lindo, es un gesto que nos enseñó y que nosotros sembramos a los demás.

¿Ustedes comienzan y él las acompaña?

Sí, nosotros comenzamos y él nos acompaña a seguir este camino, este buen camino. Yo digo buen camino porque cuando hacés algo bueno, de corazón y ayudando a los más humildes es algo muy hermoso.

¿Cuántas horas por día dedican para poder generar el plato de comida que las personas vienen a buscar?

Exactamente en cuatro horas lo tenemos, preparado y servido. Pero de ahí a partir de cuatro horas lo tenemos el resto haciendo con mucho cariño, con mucho amor esperando a la gente que venga a buscar su plato de comida, cuando vuelvan del colegio. En realidad, yo creo que tenemos como cinco horas, completo. Después nos tenemos que quedar a limpiar, a dejar todo como corresponde. En el mismo día o al otro día. Casi la mayoría de las veces lo dejamos en el día todo preparado para el día siguiente.

¿Reciben alguna contraprestación por esto o lo hacen a voluntad?

La mayoría lo hace a voluntad, como Jesús nos enseñó lo hacemos de corazón. Nos nace desde adentro ayudar a los demás.

¿Cuál es la importancia de la capilla para ustedes en la vida del barrio?

La verdad que es muy importante para mí como persona de fe, es muy importante porque enseñarle a la gente también que sean humildes, que comprendamos a los demás que están necesitando. Yo aprendí acá en la capilla que hay que ser humilde, hay que ser servidor, sin importar a quién mirar y a quién ayudar. Eso para mí es muy importante, es más acá servimos a mucha gente que lo necesitan realmente. Los que necesitan están acá, y lo que no nos necesitan ya se fueron porque se acabó la pandemia y volvieron a su ritmo normal, y los que van necesitando siguen acá, como nosotros sirviéndolos y con mucho cariño y mucho amor.