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Por Lucho Aguilar.- El acto fue en la cancha de Defensores de Belgrano. Solo participaron los aparatos de algunos sindicatos. Se leyó un documento que insiste con «un acuerdo político, económico y social». Guerra de cantitos entre Camioneros y el resto de los sindicatos. La sorpresa: a la CGT ahora le parece bien la propuesta de «reducir la jornada laboral».

El acto del Día de los trabajadores de la CGT ya arrancaba un poco deslucido. En vez del 1 de mayo lo hicieron el 2 y en horario laboral. Pero además pegó el faltazo uno de sus principales dirigentes, Pablo Moyano, así como algunos gremios alineados en el kirchnerismo.

Hubo un poco de «mística», es cierto. Fue la guerra de cantitos que empezó la tribuna de Camioneros cuando le tocaba hablar a Héctor Daer. El «Oooh, levanten la mano / los soldados de Moyano» se escuchaba en todo el estadio, aunque no con la fuerza de otras épocas. Tampoco la respuesta que intentaron las tribunas de la UOCRA y UPCN.

El resto del acto transitó en lo previsible. La CGT busca (re) aparecer en el medio de la crisis económica y otra no menor: la del peronismo. En el escenario estuvieron los de siempre. Los «gordos» e independientes compartieron escenario con Hugo Moyano y una parte del Consejo Directivo. No estaban, en cambio, los referentes de la Corriente Federal ni el SMATA, que comparte con Pablo Moyano el Frente Sindical. Tampoco Abel Furlán de la UOM.

Ya estamos acostumbrados a las idas y vueltas de la CGT. Es una unidad tan frágil como la del Frente de Todos. Por eso el documento común se leyó en un acto dividido.

Se puede leer como una postura «crítica». Pero también como una adaptación de Pablo Moyano y los gremios K a la disciplina cegetista. ¿Por qué no plantearon en el escenario sus «matices»? ¿Quieren hacer como Cristina Kirchner que hace como si no fuera parte del Gobierno que ajusta? Raro.

El primer dirigente en hablar fue Carlos Acuña, quien trazó una relación entre distintos hechos de violencia política y la derecha. También se refirió a la reforma laboral y aseguró que estarían dispuestos a discutir la reducción de la jornada laboral de 8 a 6 horas. Fue la primera señal de que el sindicalismo peronista quiere cubrir su complicidad con el ajuste del Frente de Todos con algunos puntos robados al programa de la izquierda. Sería bueno que se sumen a esa pelea. Con la fuerza de los gremios que dirigen se podría imponer esa medida. Pero el resto del acto no dejó muchas ilusiones que lo hagan realmente.

Daer invitó a «militar el triunfo del peronismo y a concientizar que nadie vote a quienes atentan contra sus intereses». Con la mano en el bolsillo: toda una contradicción

Luego Jorge Sola, secretario de prensa de la central, leyó el documento «unitario», una actualización del ya presentado la semana anterior en el consejo directivo.

Allí volvió a referirse a la crisis económica y social, insitiendo que «estamos a tiempo». ¿De un plan de lucha? Ojalá. La CGT propone, ante la crisis, un «gran acuerdo político, económico y social, un acuerdo permanente entre la producción y los trabajadores». O sea un pacto con la clase empresaria que viene saqueando el país, el salario, las reservas y el pan de la boca de millones de personas. Pero también un pacto con la derecha que la misma CGT critica, aunque ahora parece que empezó a diferenciar entre «halcones y palomas» (como le dicen periodistas y peronistas). Por eso en el acto volvió a haber críticas a Milei y Macri pero no a Larreta, aunque sin nombrarlos.

También pidió un «recalibramiento» de las metas del FMI (o sea el combativo programa de «Sergio» y Cristina Kirchner).

En el acto de hoy la CGT también comenzó a ensayar un discurso sobre la reforma laboral que agitan los candidatos de la derecha que podrían ganar las elecciones Por un lado la rechaza, por otro dice que está dispuesto a discutir cambios y modernizaciones «que signifiquen mejoras». Peligroso. Nadie va a decir que te va a «reformar» para robarte derechos. Es de manual.