TODO EN CLAVE DE CAMBIO CLIMÁTICO –
Por María Victoria Marchisio (abogada especialista en Derecho Ambiental) – Desde el año 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas dispuso que cada 22 de marzo se celebre el Día Mundial del Agua, siguiendo con la recomendación de la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) de 1992 en Río de Janeiro –Río + 20-, resaltando la importancia vital de la misma, y tratando cada celebración una temática diferente sobre el tema.
Como imaginarán, la ONU invitó a los diferentes Estados a consagrar este día y celebrarlo también en el marco del contexto nacional, escogiéndose en nuestro país al 31 de marzo de cada año, como fecha de celebración del Día Nacional del Agua.
El objeto tanto a nivel mundial, cuanto nacional, es la celebración de diferentes tipos de actividades vinculadas al tema agua –y sus varias aristas- con el fin primordial de fomentar la conciencia pública, por medio de eventos, producción y difusión de documentales, organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la conservación y desarrollo de los recursos hídricos, así como con la puesta en práctica de las recomendaciones surgidas de Río + 20, en pos de la sostenibilidad y protección del medio ambiente, en términos generales.
La realidad es que dependemos imperiosamente del agua en condiciones aptas para la salud pública y también el progreso equitativo de la humanidad. Ya nadie puede dudar que este recurso vital, sea esencial para la seguridad alimentaria y energética, y asimismo, que sustenta el funcionamiento de las industrias.
Para ahondar un poco más en la importancia del agua, no podemos obviar recordar que el fenómeno del cambio climático, la creciente demanda que tienen la agricultura, la industria y las ciudades respecto de los recursos hídricos –que son agotables-, y la creciente contaminación de las ciudades, están acelerando la crisis del agua, algo que únicamente puede resolverse elaborando planes y políticas intersectoriales integrales a los niveles internacional, regional y local.
Uno de los problemas más graves y que requieren urgente solución es el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento. Conforme informa Naciones Unidas, a pesar de los progresos registrados en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aprobados en 2000, unas 750 millones de personas aproximadamente —más de 1 de cada 10 habitantes del mundo— siguen sin tener acceso a mejores fuentes de abastecimiento de agua.
Resulta imperdonable no tener bien presente que la falta de agua afecta particularmente a mujeres y niños, poniendo no sólo en peligro su salud, sino que, además, los obliga indecorosamente a perder una cantidad enorme de horas en la improductiva, y a veces peligrosa búsqueda de agua, perdiendo de hacer tareas habituales de cualquier otra persona que posee ese recurso sin esfuerzo alguno –como nosotros-, debiendo desertar los niños de asistir a la escuela para evitar morir por falta de agua.
Lamentablemente las estadísticas sobre saneamiento no resultan muy alentadoras y distan enormemente de lo que debería realmente representar. Es que unas 2.500 millones de personas siguen careciendo de mejores servicios de saneamiento, y otras 1.000 millones de personas sólo pueden defecar al aire libre: no poseen baños, lo hacen en la tierra, y todo ello contrae enfermedades, algo que dista mucho de la dignidad que todo ser humano merece, y que bajo ningún aspecto se justifica. No podremos lograr un mundo de dignidad, salud y prosperidad para todos hasta que no eliminemos esta necesidad urgente.
Para eliminar los múltiples problemas relacionados con el agua, debemos trabajar con un espíritu de cooperación urgente, con mente abierta a las nuevas ideas y la innovación, y dispuestos a compartir las soluciones que todos necesitamos para un futuro sostenible. Si lo hacemos, podremos poner fin a la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar en el mundo, proteger el medio ambiente y hacer frente a la amenaza que plantea el cambio climático.
El acceso al agua potable es un derecho humano fundamental, y como violación al mismo, me indigna que siga existiendo gente que muera a causa de ella. Pasa en el mundo, lo vemos, y no sólo en una foto casi desértica, con niños y mujeres de color y desnutridos. Pasa en el norte de nuestro país, les pasa a nuestros hermanos. No seamos cómplices de los Estados ausentes ni de los corruptos que llenan sus bolsillos sin hacer las obras necesarias, mientras vacían la vida de gente pobre, a la cual se le niega la dignidad que le corresponde.
MÁS HISTORIAS
«Con el Movimiento Derecho al Futuro se terminó la dedocracia como forma de conducción»
«El Club Leloir no abre más” lo aseguró el Intendente de Ituzaingó
Javier Milei fue elegido otra vez por la revista Time entre las 100 personas más influyentes del mundo en 2025