Por Juan Alberto Pérez – Fuente: ANCAP –
Caminar por Buenos Aires es desolador. La imagen que muestra la capital del país es sólo un reflejo de lo que sucede a lo largo y a lo ancho del país. Hay miseria, hay hambre, hay decepción y mucha bronca. Transitar por el centro porteño es como pisar un campo arrasado, como si la política de Mauricio Macri hubiese dejado los mismos efectos que un desastre natural o una guerra. Hay argentinos viviendo en las calles, pidiendo en las esquinas una moneda para poder comer algo, colchones tirados en la puerta de los bancos, hay niñes, bebés de meses que duermen al intemperie, no importa si hace frío o calor. Mientras hay que escuchar que la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, expresa abiertamente que “El que tiene hambre tiene comedores” para ir ampararse.
Por suerte el pueblo argentino es solidario, no como los funcionarios del gobierno, y lucha y se resiste a resignarse a naturalizar esta imagen. Por eso, el otro actor fundamental es la movilización social. Una movilización que es castigada por el macrismo porque siempre supo que las calles hablan en nuestro país y que es un actor muy fuerte. Hoy hubo dos movilizaciones muy importantes. No sólo por la convocatoria, sino por el significado que tienen un acampe en medio de la avenida más importante del país, y las ollas populares en la plaza más significativa de la república.
ACAMPAR PARA RECLAMAR Y RESISTIR
Como la semana pasada se volvió a realizar un acampe en las puertas del Ministerio de Desarrollo Social para exigir que la ministra, Carolina Stanley, reciba a las organizaciones sociales. Hay tres reclamos que se necesita que impulse: el aumento de partidas alimentarias para comedores, aumento salarial de los programas y apertura de cupos de los programas para que puedan ingresar los nuevos desocupados que generó las políticas del gobierno de Mauricio Macri.
Al contrario del miércoles 4 de septiembre esta movilización se encontró con un fuerte cordón policial que impidió que se corte la Avenida 9 de julio en su totalidad, y fundamentalmente el Metrobús. La policía de Horacio Rodriguez Larreta respondió al reclamo popular como lo ha hecho durante toda la gestión, a los golpes. Reprimió a los manifestantes en el momento que se intentó el corte. El resultado no pudo ser menos que dos heridos de gravedad por el feroz ataque, una imagen vale más que mil palabras, sólo basta observar la profundidad de la herida que tuvo uno de los manifestantes centímetros arriba del ojo derecho basta para entender que no sólo se intenta impedir que se corte una calle, hay ensañamiento para “que aprendan”. También se llevó detenido a una persona llamada Gabriel Contreras, integrante del MTR Votamos Luchar. Hasta el momento de la redacción de este artículo no hay información certera sobre su paradero. Algo muy preocupante dadas las prácticas oscuras que acostumbra la Policía de la Ciudad.
La intención de las organizaciones es mantener el acampe por 48 horas hasta que la ministra los atienda y les de una solución a la problemática. En una reunión que hubo con funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social no se dió respuesta a los tres puntos centrales del reclamo. Se negó la apertura de los programas para el ingreso de miles de desocupados nuevos que hay en el país, no hay garantías de aumento en las partidas de alimentos y no se garantizan los productos esenciales para merenderos y comedores y la oferta de aumento de los programas que no cubre la inflación de los últimos meses.
Las organizaciones que se convocaron frente al ministerio fuero el Polo Obrero, el MTR Histórico, el MTR Votamos Luchar, entre otros. Exigen a Stanley que abra una mesa de negociación y denuncian la persecución institucional para impedir el desarrollo del acampe. A la represión mencionada hay que sumarle una denuncia de cierre de la línea C de subte en horas de la mañana para impedir que los manifestantes lleguen al acampe. Allí los medios de comunicación no se preocuparon en manifestar el inconveniente que tienen las personas para llegar a su trabajo o transitar por la ciudad, cosa que se cansaron en reclamar por el acampe y el corte de calle, con expresiones como “el piquete ya no es una forma de protestar efectiva”.
LA OLLA PARA PODER MORFAR
Por otro lado, a escasas cuadras del acampe en Desarrollo Social se realizó una jornada de Ollas Populares en Plaza de Mayo. Con la consigna “¡Sin trabajo nadie come!¿Quién vive con 7500 pesos?” el Frente Popular Darío Santillán, el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y la Federación de Organizaciones de Base (FOB) entre otras organizaciones se movilizaron para reclamar por el aumento salarial y la generación de nuevos puestos de trabajo. Denuncian que los salarios son insuficientes ante el crecimiento de los precios de los alimentos y la propuesta del gobierno es “miserable”. La suma de mil pesos en dos tandas no alcanzan para apalear la crisis alimentaria y el rechazo a la apertura de puestos de trabajo hacen que se salga a la calle en la Ciudad de Buenos Aires y en 17 provincias para exigir por sus derechos.
Como expresaron el miércoles 4 en el primer acampe que se realizó en la puerta del ministerio de Desarrollo la olla popular ya no es sólo un símbolo de lucha política, ahora se va a las marchas para poder comer. Y así se evidenció en la Plaza de Mayo. Las colas para llevarse una porción de comida fueron más rápidas que el fuego que se prendieron para calentar las ollas en el medio de la plaza. Cientos de personas para visibilizar una situación angustiante, en las familias argentinas falta un plato de comida en las mesas.
Las postales de la ciudad son tan grises que parece que se reflejan en el cielo que la encapotó. Los próximos días prometen ser similares. El acampe se sostendrá hasta tener respuesta en el ministerio; asimismo mañana habrá movilización al Congreso por la ley de Emergencia Alimentaria, porque a pesar de que estamos en medio de un proceso electoral, el hambre del pueblo es hoy y la solución la tiene que dar este gobierno.
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