¿De qué modo se analizan y confrontan los datos y posicionamientos en torno a la salud pública y las políticas implementadas por el coronavirus? ¿En qué medida el concepto de «teoría conspirativa» determina las condiciones del debate público? Se analiza aquí la instrumentación de la expresión «teorías conspirativas» como herramienta para neutralizar todo discurso que se oponga al dominante. Rastrea sus orígenes e intenta proponer coordenadas que fortalezcan un debate racional. Carsten Forberger es abogado y periodista, y ha publicado artículos en las revistas alemana ‘Rubikon’ y ‘Multipolar’. Esta es la primera entrega de las 5 que constituyen el informe. Por Casten Forberger / Fuente: Multipolar –
PRIMERA PARTE
La acusación de ser un «teórico de la conspiración» no puede lograr su efecto de exclusión y estigmatización únicamente aferrándose a los temas del racismo y la pseudociencia, sino que también es necesaria una conexión con el significado de la palabra «conspiración» en sí misma. Entender su significado implica poner el foco en las conspiraciones reales e imaginadas en la práctica política y del derecho penal de EE.UU. Los hechos comprobables de los que se podrían extraer conclusiones respecto a una conspiración criminal pueden ser neutralizados al difamarlos como «teoría conspirativa».
Teoría de la conspiración, teóricos de la conspiración, ideólogos conspirativos, delirios de conspiración, etc. Como abogado, estoy acostumbrado a tales términos solo cuando se ajustan a los hechos subyacentes. Este proceso mental en la práctica legal alemana se llama «subsunción» :
Un término genérico abstracto se define por características normativas o descriptivas y un hecho específico es verificado para ver si se ajusta a dichas características conceptuales. Debido a este procedimiento formal, el lenguaje de los abogados a menudo parece seco y aburrido, pero también se caracteriza por el hecho de que distingue minuciosamente entre los hechos y su evaluación. La capacidad de distinguir entre la descripción práctica y su evaluación no solo es crucial en la aplicación de la ley, sino también en el periodismo. Si, por ejemplo, se informa que cierto medio opera «desinformando», entonces eso no es información, siempre y cuando no se hayan incluido hechos comprobables de manera tal que pueda subsumirse bajo el término evaluativo «desinformación».
Definición faltante
El concepto «teoría conspirativa» es complejo por el hecho de que los pre-requisitos para este término genérico abstracto no se han generalizado. Es distinto, para elegir un ejemplo simple, al término «ladrón». Un ladrón es alguien que se apropia de cierto bien mediante la fuerza. Entonces, si un ladrón metió algo en secreto y sin ser detectado en el bolsillo de su chaqueta, sería un error llamarlo ladrón porque no hay ninguna característica que denote el uso de la violencia. Pero, ¿cómo puedo determinar si Daniele Ganser es un teórico «conspirativo» o incluso un «gurú de la conspiración»? [Daniele Ganser es un historiador suizo que ha realizado investigaciones sobre las unidades militares secretas de la OTAN] ¿Cuáles son los requisitos específicos para usar este concepto?
Con mi forma habitual de pensar jurídica, no logro acercarme al fenómeno con estos elementos por lo que tengo que encontrar otro método de acceso. Es una buena idea considerar descriptivamente en qué áreas del discurso público se usa la etiqueta «teoría conspirativa». A este respecto, me orienté a partir de las observaciones de Ansgar Schneider, quien distingue su uso en tres áreas temáticas diferentes.
Gobierno secreto del mundo
En un principio, la «teoría conspirativa» se aplicaba a falsas historias sobre poderes secretos que funcionan ocultos y determinan nuestro destino. Los presuntos actores de estas interpretaciones erróneas son judíos, masones e illuminati. Recientemente, también se dice que Bill Gates está construyendo un gobierno mundial secreto. La teoría más poderoso fue la afirmación de la existencia de una conspiración mundial judío-bolchevique sobre la base de la cual tuvo lugar la Shoa y la guerra ideológica racial de aniquilación contra la Unión Soviética.
La característica determinante de este tipo de teoría conspirativa es su racismo estructural, que se manifiesta en la creencia en el poder inexistente de un grupo definido arbitrariamente. No son solo las estructuras de pensamiento que producen tales «teorías conspirativas» racialmente motivadas, las que son extremadamente peligrosas. Sino que también es peligroso no llamar por su nombre a ese pensamiento racista, sino trivializarlo como una «teoría conspirativa».
El giro pseudocientífico
La teoría conspirativa también incluye ciertas descripciones de naturaleza animada e inanimada que son científicamente insostenibles. Por ejemplo, no existe una explicación contrastable y falsable, es decir, científica, de que Merkel y Obama son reptiles o que la tierra es plana. Las teorías conspirativas en este grupo comparten características con las religiones en la medida en que también difunden disparates desde el punto de vista científico.
Pero aunque es posible, por ejemplo, afirmar que María dio a luz virgen a un hijo que también era su propio padre, sin pérdida de posición social, uno casi sería considerado mentalmente desequilibrado si afirmara que hay lagartos con forma humana entre nosotros. Una característica central de esta área de las teorías conspirativas es, por lo tanto, que sus impulsores son vistos como locos, en la medida en que el sinsentido pseudocientífico que propagan está socialmente deslegitimado.
Conspiraciones en torno a eventos
Por último, la teoría conspirativa incluye consideraciones y análisis de eventos sociales, políticos o criminales concretos, en tanto se desvían de la perspectiva del gobierno. Vale la pena mencionar en particular los temas asesinato de Kennedy, atentados 11 de septiembre 2001, NSU (grupo neo nazi terrorista alemán) y, actualmente en el centro del debate, el «Coronavirus». La característica central de este tipo de teorías de conspiración son los problemas complejos que subyacen a los eventos que analizan. El término «teoría conspirativa» se utiliza de forma autoritaria en la competencia por lograr la legitimación de la interpretación de los hechos y su evaluación.
Para desacreditar declaraciones disidentes, están etiquetadas con la denominación de «teoría conspirativa». Las connotaciones negativas de los otros dos tipos de teoría de conspiración (el racismo, incluido el antisemitismo y la pseudociencia), se adjuntan a declaraciones basadas en hechos concretos sobre «conspiraciones de eventos» . Y dado que la mayoría de las personas rechaza con razón el racismo y el giro pseudocientífico, también se alejan de los hechos que son estigmatizados como si tuvieran esos mismos defectos.
Continuará…
(*) Carsten Forberger, nacido en 1973, estudió derecho en Dresde y ha trabajado como abogado desde 2000. Es abogado especialista en derecho laboral y escribe para la revista Rubikon, entre otros medios.
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