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DESALOJO EN LAS FLORES – 

Alguien corre la voz y se prepara una asamblea. El ruido de los martillos se esparce a lo largo y ancho del predio. Hay acumulados de maderas que se incendian mientras un grupo de mujeres extrae del corazón de la toma las pertenencias que sirven, las únicas que poseen. Un ejército de policías los rodea, los mira sin contemplar el abismo social. Las madres adolescentes cruzan entre palos y cables hasta llegar a una carpa donde se prepara la leche comunitaria. No son pocos los que se preguntan por qué a ellos los sacan y a los otros los dejaron tomar la tierra y levantar sus casas. Es una pregunta que tiene menos de cincuenta metros de recorrido.

predio

Entre las calles Barker, Damaso Sáncez y Ruta 23 creció durante ocho meses la idea de un barrio nuevo, contaminado en su interior y calles laterales, partido por un arroyo y sometido por la torres de alta tensión, pero un espacio que la mayoría de sus ocupantes soñaba como propio, único, el mejor de todos ante lo imposible.

Fueron los referentes que acordaron no resistir y desarmar las casitas de madera y nylon. Así sortearon así el dantesco espectáculo que brinda la policía cuando el deber llama. La toma de Las Flores tiene todo lo complejo que la destrucción social genera. No es un ballet y tampoco una revolución, es una perspectiva de ganar la última porción de tierra para que el macizo humano conecte por completo la Ruta 23 con la Ruta 24. Los referentes hablaron con Desalambrar sobre la ocupación, los proyectos y el maltrato. Julieta dice: “Tomamos la decisión de salir para cuidar más que nada a los chicos que ahora están en la calle. Lo hicimos para que no repriman a nadie. No somos negros de mierda, como nos dijo Perito (Roberto Perito es abogado en el IDUAR / Director de Abordaje Territorial), somos civilizados y entendemos de leyes”

AUDIO 1 JULIETA

 

olla popular

Es Gustavo quien continúa con la descripción, el que recuerda el inicio de la toma: “Desde el mes de julio del año pasado estamos acá, tratando de avanzar con el tema de este predio. El intendente se comunicó conmigo para decirme que acá no se puede vivir porque están los cables de alta tensión, pero acá cerca hay un jardín de infantes que en su patio tiene una torre de alta tensión. Más allá de eso, este señor trató de encontrarse conmigo para llegar a un arreglo ofreciendo unas casas para cerrar el culo. Por supuesto que no acepté porque yo no soy así”…

¿Habla del intendente Festa?

Sí, él fue ubicado por una chica que hoy no está acá porque no puede dejar de trabajar. La postura del intendente es que no hay tierra disponible pero, como no somos ignorantes, sabemos que si la Municipalidad de Moreno quiere tiene la tierra ya que hay muchísimos campos fiscales. Acá hay grandes hectáreas donde no se pagan impuestos, hay muchas coimas, pero nunca se llegan a enterar. Nosotros limpiamos todo este predio para poder vivir, sacamos mugre pero los vecinos nos dicen villeros. La mugre que sacamos es la mugre que ellos tiraron durante años. Gracias a esta toma se ha reducido la delincuencia porque este predio tenía sus calles abiertas. Presentamos en el IDUAR varios proyectos pero el jefe de ese organismo y con buenas palabras nos dio a entender que nosotros nos íbamos al carajo.

AUDIO 2 GUSTAVO

 

triciclo

Baja la mirada hacia la tierra que quema. Sergio se abrazó a una causa y llora. Es un hombre que se quiebra y extiende ese dolor a los presentes que están con él, rodeándolo. Su pequeña hija tiene un grave problema de salud, tan visible que una casilla de madera no garantiza salud ni contención. Sin embargo ese lugar, esa parcela, fue el proyecto de una casa que los protege: “Cuando llegó la notificación del desalojo varios referentes fuimos al IDUAR. Luego llegamos a la Municipalidad donde nos atendieron dos abogados. Sabemos que el predio no es privado sino de la municipalidad pero, como decía mi compañero, nos dicen que no podemos habitarlo por las torres de alta tensión y el arroyo contaminado. En aquel momento había 74 familias y hoy están dejando en la calle a 120 familias. Se viene el invierno y los niños se mueren de neumonía. Yo tengo a mi hija así y me dejan en la calle, pero me dicen que no me pueden dar solución porque soy de San Miguel, que para acceder a una solución tengo que haber vivido entre dos y cinco años en Moreno. El predio de enfrente son todos paraguayos, no tengo nada en contra de esa gente, pero ellos tiene el derecho que a nosotros nos niegan, no a nosotros sino a nuestros hijos”.

AUDIO 3 SERGIO

 

cortando la luz