VALORES QUE ESTÁN EN LAS OLLAS –
Existe un despliegue de fuerzas que contienen, hasta donde pueden, la insatisfacción ante lo básico que es algo más que necesidades materiales. Marisa es componente de Cáritas y trabaja en la Diócesis Merlo – Moreno. De realidades, identidades y expresiones que tienen cada uno de los territorios, transita la nota:
Cuando vez el territorio de Cuartel V con todas las identidades que están allí y ollas tratando de esparcirse en el mismo para asistir el hambre que hay, ¿dónde se ubican ustedes, cómo construyen confianza, esperanza, en un momento tan difícil?
Se construye desde la territorialidad que tenemos del acompañar como Iglesia, viviendo y vibrando con la situación de los barrios. En esta situación particular que se refiere a la pandemia y en consecuencia como Iglesia, mirando la situación, tenemos que salir al cruce de lo alimentario y en lo que podemos en materia de recursos de lo sanitario, que tampoco es mucho porque escapa de nuestras posibilidades y de nuestros conocimientos técnicos. En lo alimentario nos organizamos en las parroquias que están en las zonas y que tienen presencia fuerte en el territorio, en el acompañar en los barrios, ahí lo que hacemos es fortalecer estas parroquias y a los párrocos que ven la situación, que la acompañan con nuestra tarea de Cáritas y juntos salimos a la búsqueda de respuesta, ya sea con recurso material o humanos, con nuestros voluntarios en cada olla.
Hablame del contenido que tiene el voluntariado
En la mayoría de las ollas que están acompañadas por sacerdotes de una comunidad parroquial, vemos que los equipos de voluntarios ya vienen trabajando una tarea de construcción comunitaria en el territorio. Con la pandemia lo que sucede en estos equipos es que se fortalecen ante la situación y le ponen pecho y corazón y llevan adelante la tarea, al mismo tiempo ellos contagian a otros laicos para que se puedan sumar a esto de intercambiar equipos porque acá estamos expuestos a todo, tenemos que cuidar a nuestros voluntarios y para cuidar tenemos que rotar y para esto hay que formar equipo. La verdad que se generó un clima de comunión muy lindo en materia de voluntariado y se va organizando desde esta mirada, desde la solidaridad de cada uno aportando su tiempo, poniendo su vida en estos tiempos. La verdad es que se generó un clima rico desde la construcción comunitaria en medio de una pandemia.
Pero aquello que debería ser imprescindible en estos momentos de tanta fragilidad, en todos sentidos, ¿qué falta?
Trabajar la concientización que conlleva todos los factores que estamos involucrados: la Iglesia, el Estado, las diferentes organizaciones sociales, trabajar fuerte la concientización del tema que estamos frente a una situación preocupante. Después fortalecernos en materia de recursos para lo alimentario, lo sanitario, pero el eje central hoy a tantos días de cuarentena es seguir trabajando la concientización de cuidar la vida, de cuidarnos y de cuidar al otro, y yo creo que hay que poner mucho la mirada en eso, y después ir fortaleciendo con los recursos que puedan ir sumando a la olla para sostener lo alimentario que cada vez está siendo más difícil, mirando una proyección no miramos un panorama de aliento porque la gente empieza a percibir la falta de alimento, aquel que no puede trabajar, aquel que ya se gastó los ahorros, la verdad que una cosa lleva a la otra, entonces necesitamos fortalecernos de manera conjunta.
¿Qué están aportando las ollas en términos reales y simbólicos?
Estamos haciendo frente a una pandemia, no tenemos una plataforma para semejante tragedia entonces esto nos desafía a todo: a mirar nuestras acciones desde nuestras responsabilidades y co responsabilidades como proyectamos, porque acá después tenemos que levantarnos y seguramente nuestros barrios, los más empobrecidos, van a ser los últimos en poder levantarse y entonces ahí nos lleva a re pensarnos estratégicamente en comunión con todos los actores en el como, con quienes, no sabemos hasta cuando. no le podemos poner un plazo a esto y uno de ellos es justamente materia de trabajo, los trabajos que ya venían blandos, que ya están perdidos, los que trabajan en negro, acá tenemos una tarea bastante compleja en materia de pensarnos en cómo y con quién. Tenemos que mirar acá que esta situación no tiene clase porque afectó un TODO, y que en ese todo nuestros barrios, los más empobrecidos, son los que lo sufren más pero también son los más fuertes, porque son los que nos enseñan a ser resilientes, entonces si vos me preguntás que aportan las ollas, yo creo que aporta resiliencia y que la estigmatización corre por cuenta de cada uno, corre por cuenta de quienes tenemos una responsabilidad en acompañar eso y en las co responsabilidades. Creo que las familias que van con su vianda lo hacen con mucho dolor y es nuestra tarea ver como los recibimos y los hacemos sentir parte, que no son culpables de esta realidad y que entre todos vamos a intentar llevar el barco. Entonces las ollas hoy aportan la comida que ese trabajador no le puede garantizar a su familia, más allá de que esta situación se venía llevando desde antes del aislamiento social no de manera tan numerosa, empeoró con el paso de los meses. Tenemos en esas filas nuevos pobres que hoy no le pueden hacer frente al plato de comida, entonces estas ollas aportan dignidad, esperanza, sin estigmatiza,r sin que se sienta mal el que viene con la vianda sino que se sienta fortalecido, que puede llevarle la vianda porque hay uno que está pensando en él.
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