El pueblo haitiano se mantiene en las calles en protesta contra el gobierno y levantando barricadas que son el nuevo símbolo de la rebelión. Fuente: La Tinta –
Este lunes, Haití entró en la octava semana de protestas contra el gobierno del presidente Jovenel Moïse, al que acusan de corrupción y de aplicar políticas de ajuste contra la población de una de las naciones más pobres del mundo. Desde hace varios días, Puerto Príncipe y otras ciudades importantes del país se mantienen bloqueadas por la implementación de barricadas para evitar el libre tránsito de vehículos y transeúntes.
Hace dos meses, Haití vive una radicalización de la crisis sociopolítica, la más profunda desde la caída de la dictadura (1986). Al mismo tiempo, cientos de miles de pobladores se manifiestan por un cambio de sistema que permita la redistribución más equitativa de los recursos nacionales.
Los haitianos y las haitianas exigen la inmediata dimisión del mandatario, pese a que Moïse se niega a dejar su cargo e insiste en convocar a un diálogo que ya ha sido rechazado por los partidos políticos y movimientos sociales. Desde hace 18 meses, el país es testigo de grandes protestas, que llevaron a que en junio de 2018 el primer ministro Jack Guy Lafontant dimita a su cargo.
A principio de semana, una veintena de organizaciones políticas y sociales divulgaron un comunicado que propone el nombramiento de un juez de Casación y un Consejo de Estado que supervise la acción gubernamental, para solucionar la fuerte crisis que atraviesa el país. A su vez, 44 alcaldes pidieron la firma de un documento conjunto sobre la transición, ya que entienden que la primera respuesta a la crisis humanitaria en el país es, ante todo, resolver la crisis política, lo que permitirá recuperar el control del territorio, restaurar el orden, la paz y la estabilidad política y económica del país.
Pierre Espérance, director ejecutivo de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos, declaró a la prensa que las protestas se deben llevar a cabo pacíficamente, para que de esta manera “no den a los delincuentes la oportunidad de saquear, robar y vandalizar los bienes de otros”.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en las últimas siete semanas de protestas en todo el país se reportaron 42 muertes, la mayoría de ellas por impactos de bala. Según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, la represión gubernamental provocó las muertes, entre ellas la del periodista Nehemie Joseph, el 10 de octubre pasado. El organismo internacional agregó que 86 personas fueron heridas, entre las que se cuentan nueve trabajadores de prensa.
Marta Hurtado, portavoz de la Oficina de la ONU, llamó a tomar “medidas para alcanzar soluciones pacíficas a las muchas reclamaciones que han llevado a los haitianos a salir a la calle”. La funcionaria aseguró que el organismo internacional está “profundamente preocupado” por lo que está sucediendo en la isla.
En declaraciones a la agencia de noticias EFE, Davidson Véus, coordinador de la organización Tèt Delmas, explicó que las barricadas que levantan los pobladores simbolizan “nuestro curriculum vitae, nuestro futuro y nuestra vida. Vivimos en un sistema que explota a las personas y conlleva desigualdades. Queremos otro sistema. Queremos dejar de vivir en un país que es un paraíso para un pequeño grupo y un infierno para la mayoría”.
Véus aseguró que una de las demandas es que el actual presidente “responda a las preguntas de la Justicia. E incluso después de eso, estas barricadas se quedarán para pedir que cambie todo el sistema”.
Para el sociólogo James Beltis, “las barricadas simbolizan la resistencia de los barrios a un gobierno en el que no se ven a sí mismos y a su futuro, y que los reprime. Este es un ejemplo de cómo la gente está tomando el control del territorio en manos del Estado”.
Beltis señaló que esta forma de protesta “se está haciendo cada vez más popular a medida que la conciencia de la gente exige un cambio real. Si en el pasado fueron los grupos políticos los que tomaron la iniciativa de cerrar el país con el apoyo de los activistas a los que dan recursos, hoy en día sentimos que son los barrios los que lo hacen por iniciativa propia”.
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