El crimen del hambre, denunciado por el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo hace más de 40 años, es también una práctica fascista. Porque implica una práctica sistemática de exterminio. Físico, mental, cultural. Y el denominador común de todo fascismo son las políticas de exterminio.
Por Alfredo Grande /
Como ya hemos dicho, la prioridad absoluta de la cultura represora es negar su condición de represora. Cultura represora que no es solamente cultura de la represión. Es también la cultura de los mandatos. Durante más de 2000 años, hegemonía de los mandatos religiosos. Pero ahora hay un menú variado. Mandatos culinarios, académicos, partidarios, culturales, deportivos, familiares.
Esos mandatos son generados y distribuidos por el infernal aparato publicitario. La publicidad es otro de los opios del pueblo. El modo de producción capitalista tiene muchas especialidades. Una de las más importantes para modelar la cultura es la producción de mandatos que finalmente terminan ser deseados. Es lo que llamo el deseo del mandato. Todo esto para enfatizar que esta compleja logística es barrida por el fascismo que impone los mandatos con la vieja consigna: “palo y a la bolsa”. Lo que me indigna demasiado es que para algunos, incluso popes de la izquierda, el fascismo en la Argentina apareció con Milei.
El crimen del hambre, denunciado por el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo hace más de 40 años, es también una práctica fascista. Porque implica una práctica sistemática de exterminio. Físico, mental, cultural. Y el denominador común de todo fascismo son las políticas de exterminio. Es notable, por así decirlo, que estas políticas de exterminio no están incluidas en las denominadas políticas de seguridad. Con la absoluta convicción que las cámaras, los botones antipánico, los patrulleros, no se comen, la conclusión es que para las opciones presidenciales en juego los hambrientos están seguros.
Quizá en sus delirios lúcidos o no lúcidos tengan la idea de que la comida basura es preferible a la comida chatarra. Ignacio Pizzo lo dice así. Quien quiera leer, que lea: “Las causas de mortalidad pueden ser estudiadas desde la estadística por los diagnósticos que figuran en el certificado de defunción. No obstante, es falso que la muerte nos iguala. Los despojados y despojadas de este mundo no son más iguales frente a la muerte que frente a la vida. La muerte de una madre desalojada, migrante, pobre con hijos pobres no es nunca natural, es una muerte violenta.
Las condiciones de vida y sobrevida de los niños y de las mujeres son aún más inhumanas y mortales en los márgenes. Las familias de los arrabales son objeto de la misma discriminación tanto en los momentos que el corazón late con conciencia y también en la fase crepuscular de lo que se llama vida.”
Es más que evidente que para sus majestades partidarias el hambriento está seguro. Seguro que seguirá hambriento, pero para las majestades esas sutilezas son jactancia de los intelectuales. Conocido mandato del héroe de Malvinas y gran demócrata Coronel Ñato Rico.
Descubrir el fascismo con Milei es más complicidad que ingenuidad. Hubo tantos huevos que fueron desconocidos que ahora se hacen los sorprendidos ante la serpiente. Voy a insistir: desconocer el hambre en la Argentina, desconocer que el hambre planificada es una política de exterminio, es también una forma de negacionismo. Y por supuesto tan letal como el negacionismo de la dictadura militar. Que, en sus cuestiones fundantes, por ejemplo, la ley de entidades financieras, sigue vivita y exterminando. Luego cacarean por la fuga (turismo) de capitales. Así son los demo – liberales que luego se espantan ante la clonación de fascistas.
El hambre es un crimen. Planificado a gran escala.
Exterminio. El santo grial del fascismo. Limpieza étnica. Raza superior. Evangelización. La cruz, la espada y la picana. El evangelio de la tortura.
El fascismo genocida contra el pueblo palestino te califica de antisemita si lo denunciás. Es muy posible que los hambrientos de esta tierra, infancias, niñeces, adulteces, vejeces, no celebren el triunfo en el balotaje. A lo mejor sólo les importa comer. No entienden a esta democracia.
Yo sí pero no la soporto.
Pintura de apertura: «Capitalismo» de Paz Sepúlveda
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