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ENTRE DOS CLUBES BARRIALES, EN ESTA TIERRA –

Habla de corrido sin perder palabras innecesarias o planteos comunes o de sentido común. Diego comprende la toma de tierra, los riesgo que están y existen, la fortalece que exige la permanencia, los servicios que no existen y la pelea de largo aliento. Hace dos años que varias familias llegaron a una tierra no tan prometida: «Estamos acá en el Camino de La Ribera, en el puente Mitre en Paso del Rey partido de Moreno. Es un puente que comunica el partido de Merlo con Paso del Rey, estamos a la altura de las calles Pedro Mena , El Carpintero y Martin Rodríguez, entre dos clubes, Alcorta y La Ribera. Son unas 10-15 casitas de personas que están solteras, pero la mayoría son jefes de familia, hay chicos discapacitados. Nuestra familia se conforma por 15 personas, también hay familias que tienen entre 6-7 personas por casa».

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¿Desde cuándo están en ese lugar?

Hace dos años vinimos acá y se empezó a poblar la zona. Los primeros habitantes éramos entre 4 y 6 personas con familias, después se fueron sumando las personas que necesitaban un hogar y se fue haciendo una limpieza con nuestras propios medios, las manos, palas y picos para mejorar un poco la salud ambiental de la zona. Este lugar era un basural en el cual estaban todos los desechos forestales de todos los vecinos de acá, basural de desechos metálicos, la gente venía a tirar basura y realmente había que hacer una recolección especializada, la gente no hace esos protocolos y termina tirando todo eso. Cuando vinimos era un basural, de hecho la calle Martín Rodríguez estaba habilitada solamente para poder transitar un solo auto, entonces un coche le tenía que dar paso al otro, eso también se usaba como trampa para robar porque al haber un solo auto y  al lado los matorrales. Ahora gracias a Dios la Municipalidad vino y desmalezó toda esa zona. Los clubes sociales tienen un peso relativo en lo social porque captan a muchos chicos para jugar a la pelota, gracias a eso se logró desmalezar toda esa zona y se abrió un poco el camino con las topadoras.

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En esas condiciones y en pleno desarrollo del virus, ¿cómo se pueden cuidar?

La pandemia en cierta forma estamos recibiendo ayuda de los vecinos, realmente entre los más humildes se están creando ollas populares y la asistencia alimentaria, en cierta forma con un poco de caridad, se está abasteciendo un poco. Lo que está pasando, lo he manifestado, es entendible que la situación nos supera y la asistencia social está colapsada y está centrada en asistir a las personas que tienen problemas de carácter alimenticio, pero acá lo que estamos padeciendo es la falta de agua potable. Nosotros somos conscientes de que vinimos a un lugar muy rústico donde vamos a tener que padecer muchas necesidades, porque es lo que en cierta manera podemos tener a mano, hoy por hoy el agua para comer, para nuestro aseo y todo eso nos estamos abasteciendo entre los vecinos. Entramos en la conciencia, uno muchas veces no toma conciencia, cuando abre una canilla de cuantos litros de agua son necesarios, lo toma un ser humano por día, sin derrochar, para comer, lavar los platos, el aseo. Muchas veces encontramos la negativa de los vecinos que en un primer momento a los primeros habitantes nos daban, porque tienen que prender un motor, no dan abasto y las boletas de luz aumentaron. Empezamos a recurrir a los dos clubes que están, pero en cierta forma están fuera de servicio. El club La Ribera está haciendo beneficios sociales haciendo ollas populares cada diez días y a veces semanalmente de acuerdo a las posibilidades y se encuentran con la sobredemanda lógica de poder abastecer. En nuestra familia nos estamos abasteciendo con tres botellones de 20 litros por día, lo que no nos alcanza para poder higienizar el sanitario, el pozo o letrina que tengamos, el aseo de nuestras hijas, bañarnos nosotros, limpiar los utensilios de cocina después de comer, y por supuesto beber agua.

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¿Sobreviven y para ese fin sólo piden agua potable?

Somos conscientes de donde nos metimos, estamos tratando con mucha gente que esta acá como el caso de mi conyugue, es una persona que hace 16 años que está en registro del IDUAR reclamando un pedazo de tierra. Mi compañera tiene 7 hijos, uno discapacitado no vidente

¿Qué cantidad de familias hay en ese predio?

Más o menos estamos contabilizando en familias constituidas 10, algunas con menos o más hijos. También hay personas jovencitas con 21 años que son mayores de edad y tienen su propio terreno, su casilla, porque necesitaban un hogar. Seremos unas 10-15 familias en la última franjita de La Ribera.

¿Lo que necesitan fundamentalmente es agua? No están pidiendo alimentos, sino agua.

Entendemos que las instituciones están sobrepasadas, tenemos una asistente social en la zona que hace lo que puede. Las instituciones del gobierno Municipal nos están acercando un poco de agua potable y alimentos no perecederos, pero el tema del agua es lo que más nos aqueja. Estaba pensando, sin comprometer a la institución sin tener ningún desprestigio hacia ellos, poder contar con Bomberos Voluntarios, o los de la Dependencia de la Policía Federal para que vengan con los camiones una o dos veces por semana a entregarnos agua potable, poder asistir a nuestros hijos y tener lo mínimo e indispensable para el aseo y nuestras cosas diarias.

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