La vida de Marcela se rodea de grandes carolas, una cocina que alista la comida posible porque es escaso lo que obtiene para brindar una ayuda humana a quienes llegan al merendero Bichitos de Luz. «En estos días nos cuesta mucho, justo mi marido se quedó sin trabajo y soy el único sostén».
Consigue alimentos secos porque carne o pollo gritan ausente en el menú porque ninguna estructura estatal lo provee. «Cada vez viene más gente, más chicos que buscan la merienda y aveces no tengo para darles. Trato de conseguir algo, pido y pido pero no todos pueden ayudarte. A mí me gusta ayudar, era algo que siempre quería mi mamá, y no lo voy a dejar de hacer»:
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