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Fuente: Facebook de la Asociación Senegalesa de La Plata.– El 24 de agosto pasado, el diario “El Día” de La Plata publicó una editorial denominada “Control Urbano ignora las graves discriminaciones al comercio”, cuya redacción incluye (a nuestro modo de ver) afirmaciones incorrectas que vale la pena corregir o por lo menos poner en cuestión.

En primer lugar quiero explicitar desde dónde hablo: mi nombre es Cheikh Gueye, nací en Senegal, vivo hace 6 años en La Plata, me dedico a la venta ambulante, y soy vocero -junto a otros chicos- de la comunidad senegalesa radicada en esta ciudad. También quiero aclararles que (dadas mis dificultades con el idioma) estas palabras las escribí con la ayuda de los abogados y abogadas del Colectivo “La Ciega”, uno de los tantos organismos de derechos humanos que nos acompaña y colabora en resolver los problemas que se nos presentan con frecuencia.

Sabemos que estamos viviendo un momento difícil porque la pandemia paralizó durante un largo tiempo las posibilidades de trabajar y cada vez cuesta más llegar a fin de mes. A nosotros también nos cayó como un baldazo de agua fría: la mayoría de nosotros somos vendedores ambulantes que llegamos a este país para trabajar y poder ayudar a nuestras familias que quedaron en Senegal, pero el aislamiento obligatorio no nos permitió salir a la calle durante meses, y nos cuesta mucho poder subsistir, alimentarnos y pagar los alquileres de nuestros hogares si no salimos al menos algunas horas a vender, sobre todo cuando la mayoría de nosotros no pudo acceder a cobrar el IFE.

A ese panorama -compartido por la mayoría de los ciudadanos- también se nos suma el desarraigo que sufrimos. Extrañamos a nuestras familias y a nuestra tierra, tenemos una cultura muy distinta a la de este país, nos cuesta mucho entender y hablar el idioma español, hemos sufrido racismo en todas partes del mundo, y carecemos de todo tipo de representación diplomática en la Argentina que nos permita resolver algunos problemas que arrastramos desde hace años.

Es posible que muchos de sus padres o abuelos hayan vivido situaciones semejantes hace varios años atrás, y que por ese motivo no haga falta explicarles qué se siente tener esa mochila a cuestas.

En el marco de ese panorama, la editorial que publicó “El Día” el 24 de agosto se refirió a una mesa de trabajo conformada por diferentes organismos públicos (del Municipio, Provincia y Nación) que se reunió hace unos días atrás para evaluar e intentar resolver algunas de las problemáticas que atravesamos: entre ellas, la violencia y persecución discriminatoria que sufrimos por parte de Control Urbano y la Policía Bonaerense, que nos quita nuestra mercadería de venta sin cumplir con el debido procedimiento, que nos insulta, golpea, y arma causas penales por “resistencia a la autoridad” de manera arbitraria.

Sin embargo, lejos de informar sobre el contenido y resultado de esta mesa (una mesa en la que, al menos desde nuestro lugar, tenemos la voluntad de dialogar y acercar posiciones), la editorial ironizó sobre su composición al decir que “no vinieron representantes de las Naciones Unidas pero poco faltó para eso” y descalificó el espacio afirmando que son los comerciantes los que sufren una “dañina discriminación de la que Control Urbano no parece ocuparse”, que “los así discriminados están indefensos”, y que los “salvajemente discriminados propietarios y empleados de pequeños comercios un día es muy posible que reaccionen”.Queremos aclarar que nunca tuvimos ni tendremos la voluntad de confrontar con los comerciantes, son trabajadores como nosotros que buscan ganarse la vida y sabemos que muchos de ellos están pasando por un momento muy difícil, sin que el Estado esté dando una respuesta suficiente para evitar su ahogo.

Creemos que el tono de la editorial no hace más que echar leña al fuego a una situación que, en un contexto social y económico tan complejo y excepcional, debe nutrirse más de mesas de diálogo que de confrontaciones, aunque a la editorial le resulte “desmedida” y le parezca que “no era necesario semejante convocatoria”.

A su vez, nos interesa manifestar que no es la primera vez que una editorial se refiere a nosotros como ilegales o que no pagamos “impuestos de ninguna naturaleza”. Esto es falso, todos estamos de forma legal en el país: si bien somos muy pocos los que (como quien escribe) hemos adquirido la ciudadanía argentina, el resto de los chicos tienen trámites iniciados como refugiados o han iniciado el proceso para adquirir la residencia. Por este motivo la mayoría no tiene DNI sino una documentación precaria emitida por la Dirección Nacional de Migraciones, lo que no los convierte bajo ningún punto de vista en “ilegales”.También cabe aclarar que muchos de nosotros, pese a no contar con DNI argentino, pagamos monotributo y aportamos económicamente en este país.

Queremos hacer las cosas bien, nadie en su sano juicio podría pensar que es un privilegio trabajar en la calle expuestos al frio, al calor, a la lluvia, a la falta de un baño, y muchas veces al maltrato. Nos gustaría poder tener alternativas de empleo que hoy no tenemos, y que la próxima vez que salgamos en el diario no sea porque parezcamos un estorbo que hay que barrer de la vereda, sino por ejemplo para contarles sobre nuestra cultura y costumbres.

Muchas gracias a la gente por su apoyo y comprensión, en nombre de todos mis compañeros y compañeras.

Cheikh Gueye.

Vocero de la comunidad senegalesa de La Plata.