Espacio Publicitario

publicidad
publicidad
publicidad

Mark Perlmutter, un cirujano ortopédico de Estados Unidos, relató así su experiencia en Gaza:

“El 90% de heridos eran niños. Todos los médicos en Gaza pueden testificar que los niños son baleados en la cabeza. Hubo un niño que llegó con disparos en el pecho y la sien, le di la vuelta y no tenía órganos. Ningún francotirador dispara 2 veces por error”.


Es tal el nivel de salvajismo que se creó una nueva categoría ante lo vivido en este genocidio: “Niño herido, familia no sobrevivió” o WCNSF (Wounded child, No Surviving Family).


Para tomar distancia, sabiendo que cada número es más que un número, esta columna está escrita sobre la base de las estadísticas disponibles. Cada número está asociado a un solo perpetrador: Israel. Corresponde al lector, imaginarles nombres a los miles de niños y niñas afectados.

Contexto general y niñez en Gaza


En este año, Israel ha lanzado 75.000 toneladas de explosivos sobre Gaza, es decir, más o menos lo equivalente a 6 bombas atómicas. En Gaza, de sus 2.3 millones de habitantes, 47 por ciento de la población son niños y 40 por ciento son menores de 15 años.


Se cifra en más de 186.000 el estimado total de muertes palestinas atribuibles directa o indirectamente al genocidio de Israel (hasta julio de 2024), incluidas las causadas por enfermedades.


De esas, más de 43.200 son muertes directas, dentro de las cuales 16.891 son niños y niñas asesinadas en el curso de un año. Cada hora, en Gaza, 15 personas mueren y 6 de ellos son niños.


Hay más de 96.000 heridos en el primer año, lo que equivale a una de cada 23 personas. Alrededor de 1.9 millones de personas han sido desplazadas, algunas hasta 15 veces; es decir, los ataques de Israel han desplazado más del 90 por ciento de la población.


Más de 10.000 personas están sepultadas bajo las ruinas. Los números del impacto en la niñez son increíbles: 17.000 niños están separados de sus padres y, por lo menos, 19.000 niños han perdido uno o ambos padres.


Gaza está destruida. Las cifras más conservadoras dicen que más de la mitad de las viviendas están dañadas o destruidas; 80 por ciento de las instalaciones comerciales; 87 por ciento de los edificios escolares; 68 por ciento de las redes de carreteras; 68 por ciento de las tierras de cultivo; 33 por ciento de las zonas de invernaderos.


Además, y con el impacto de los siguientes datos en la alimentación: 65 por ciento de los tanques de agua está destruidos o dañados.


Como si lo anterior fuera poco, 60-70 por ciento del ganado murió por ataques aéreos o fue sacrificado prematuramente; 70 por ciento de la flota pesquera está destruida.


Salud y niñez en Gaza


El balance del sector salud es macabro: 17 de los 36 hospitales funcionan solo parcialmente (para un total de 114 hospitales y clínicas sin funcionamiento); ha habido al menos 512 ataques militares contra instituciones de salud, en los que murieron al menos 759 palestinos y se registran 131 ambulancias atacadas. Cada uno de estos datos, permite pensar el impacto en la niñez.


Sobre el estado nutricional, podemos decir que más de 1.1 millones de personas enfrentan una crisis alimentaria catastrófica y 95 por ciento de la población tiene problemas de acceso a agua potable. Según varias fuentes, aproximadamente 500.000 padecen “niveles extremos de hambre” en Gaza, y más de 21.600 niños palestinos de entre 6 meses y 5 años sufren desnutrición aguda.


Sobre el estado de salud, casi todos los niños -se estima que un millón- necesitan tratamiento psicosocial y de salud mental para ayudarlos a afrontar el trauma que han sufrido.


Cada día 10 niños pierden una o ambas piernas; se ha asesinado niños como resultado de ataques directos a hospitales; se opera a niños sin atención preoperatoria ni postoperatoria, lo que aumentó el riesgo de infecciones; estas y otras lesiones de los niños son difíciles de tratar debido a la falta de suministros médicos. Hasta el colapso del sistema de atención de la salud afectó la vacunación.


Sobre la atención materno-infantil, se observa la ruptura de programas materno-infantiles; la no realización de controles prenatales; partos atendidos de manera improvisada; aumento de la mortalidad materna y neonatal.


Se cifra en más de 160 partos al día (5.000 al mes), en condiciones indignas, de los cuales el 20 por ciento son pretérmino. Además, se reporta un aumento del 300 por ciento en el número de abortos espontáneos.