En Argentina se mantiene una acción en conjunto que tiene nombre: Ollas Vacías. Participan organizaciones del campo popular, por supuesto que está presente la UTEP, denunciando la política de hambre o desmantelamiento de comedores y merenderos que ejecuta Milei.
Más atrás, como olvidar la pandemia, las ollas promovían la ayuda y eran escenario de dirigentes /as mostrando su entrega militante. En definitiva, la olla es un símbolo, construye un mensaje claro, histórico, poderoso.
Esta mañana el MST – Alternativa Estatal, que tiene un representante legislativo en el Concejo Deliberante como Pablo Lopardo, inicia la jornada que había anunciado por las redes sociales. El argumento es contundente, imposible de rebatir por parte del marielismo: en los cinco años de gobierno popular movimientista se ejecutó un ajuste en la familia de trabajadores /as municipales que no tiene precedentes, algo histórico. Le piden un aumento de emergencia, pero debe informarse que los gremios en paritarias acordaron tres tramos de 5 por ciento cada uno para soñar con empatar a la inflación, si es que Milei agrava la recesión económica.
Radio abierta, volanteada, gazebo en la puerta del Municipio, sin corte de calle ni quema de neumáticos. Quienes manifiestan son pocos pero están decididos. Baja al teatro de operaciones el Secretario de Gobierno Alberto «Beto» Conca, ex montonero, ex menemista, excelso cuadro intelectual del Movimiento Evita. Habla, discute, provoca y logra que la carpa no tape el ingreso – egreso de automóviles y camionetas oficiales.
El efecto buscado por el MST – Frente de Izquierda toma dimensión: visibilizar la protesta y la reacción del Ejecutivo popular. La carpa se mueve y la dinámica toma altura.
Desde hace muchos años la sorpresa es un factor museológico. Una organización o partido comunica al poder de turno si realiza una marcha o manifestación. Está instituido ese modo para que las áreas municipales se desplieguen, especialmente Tránsito y Seguridad. Es una innovación del actual gobierno autorizar si se hace o no la olla popular. Habría sido un hombre del sindicalismo, el actual Director de Asuntos Gremiales Adrián Márquez, quien comunicó a los /as manifestantes que «si querían encender fuego debían usar gas (garrafa), la leña está prohibida porque puede dañar la pintura amarilla de los cordones».
Cuando el ritual de la olla quiso dar vida al fueguito que enciende la lucha, a metros de los cordones amarillos, aparecieron en escena policías uniformados y de civil. Aplicando la obediencia y cumpliendo con la orden política, fueron responsables del exitoso operativo ANTI popular, pateando la olla, advirtiendo represión tutelada, una violencia institucional perfectamente identificada. La jornada de radio abierta, volanteada, se quedó sin el plato de comida pensado para distribuir a los /as municipales.
¿Se necesita de una autorización para prender ramas y troncos, hacer el fuego de una olla popular? ¿Desde cuándo existe en Moreno el protocolo que habilita a la Policía Bonaerense a intervenir con eficiencia para que no se prepare un guiso? ¿Está prohibido protestar contra la política de Mariel Fernández?
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