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Tras la movilización masiva de la semana pasada en el marco de la jornada y paro de la CGT y las CTA, el gobierno de ultraderecha de Javier Milei retornó a su protocolo habitual: desatar la violencia del Estado cuando las protestas son de sólo unos centenares de personas y el pensamiento de quienes convocan no se encuentra alineado con el engendro ideológico neoliberal-neofascista en que se encuadra el elenco gobernante. Es lo que ocurrió ayer.


La jornada comenzó con un homenaje – intervención, a las 16 horas, al fotógrafo Pablo Grillo, herido en la cabeza por un proyectil disparado de forma horizontal por la Gendarmería en la salvaje represión del pasado 12 de marzo.


Luego, la ronda comenzó temprano, minutos después de las 17 horas, tras un breve acto. Una vez más las fuerzas federales -PFA y Gendarmería en la esquina de Rivadavia y Combate de los Pozos- se desordenaron ante el avance de la cabecera de Jubilados Insurgentes, quienes seguidos por otros espacios de jubilados y organizaciones solidarias, siguieron por Combate hasta Yrigoyen para hacer la ronda.


Ahí los esperó el operativo de un centenar de efectivos de Prefectura que tensionó la situación para meter la cabecera en un corralito montado con vallas y más efectivos de PFA sobre la vereda del frente de Congreso, por Entre Ríos.


La columna siguió por dentro del corralito pero al llegar a la esquina de Entre Ríos salieron a la avenida para iniciar los habituales semaforazos, y las fuerzas federales volvieron a tensionar la situación.


Primero, detuvieron a un manifestante. Luego, empezaron a sumar más y más cuerpos al operativo, caotizando una vez más el tráfico. Esto también es normal y habitual en la aplicación del Protocolo Bullrich, de supuesta garantía del tránsito y de real limitación al derecho a la protesta.


En este esquema, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) -alguna vez la fuerza más ‘democrática’, calificativo que Bullrich está decidida a convertir en una reliquia del pasado- montó una barrera en Rivadavia y Callao y exactamente un minuto antes de las 18 hs, la rompió avanzando con violencia sobre manifestantes: jubiladas y jubilados, hinchas y activistas de organizaciones de izquierda.


Muchos adultos mayores sufrieron heridas, por suerte en su mayoría leves, en este momento.


Ahí también comenzó en serio el festival de gases químicos, lanzados con saña en particular contra los rostros no sólo de manifestantes, sino también de activistas de derechos humanos y de periodistas, la mayoría de estos perfectamente identificados con pecheras y otras señalizaciones.


“Se registró una persona detenida y se relevaron al menos 116 personas heridas, entre ellas una niña de 13 años y un joven de 16”, denunció la Comisión Provincial por la Memoria, uno de los organismos presentes en el lugar. “La mayoría con quemaduras por el lanzamiento indiscriminado de gases químicos”.